MATERNIDAD
Acordándose también el Señor de Raquel,
oyóla e hízola fecunda, la cual concibió y
dio a luz un hijo, diciendo: Quitó Dios
mi oprobio.
(Génesis 30 - 22 y 23)
He aquí que tu dulce palabra ha sido oída
cuando estaba, en la angustia, por no ser repetida.
En tu estupor, dichosa, te tocas sin querer,
y yo, venido a menos, no lo puedo creer.
¡Ah, tú!, bien que en su noche mi fe te entreveía
como la luz del día;
por algo, desde lejos, el viento del destino
me trajo a tu camino.
Yo dije: -Tengo el alma como una piedra dura,
y la piedra, arrojada, cayó en el agua pura.
Lo mismo hubiera sido
que cayera en el polvo del olvido...-
¡Oh, no!, por algo grande tu corazón profundo
con toda mi tristeza me sentía en el mundo;
por algo que era santo mi vida fue esperada,
y la tuya, tan suave, para siempre entregada.
Desde que sé, oh amiga, que llevas el misterio,
tu nombre es la caricia de mi semblante serio;
del corazón me vienen palabras de alabanza,
y las manos me tiemblan ligeras de esperanza-
mis manos, como niños que ríen olvidados
después de haber llorado.
Pienso vivir en calma; deseo ser mas justo;
quiero quererte siempre; y he aquí que otro gusto
le siento al pan del día, que no en vano se besa,
y al agua del aljibe, y al vino de tu mesa.
Tengo los ojos nuevos, y el corazón. Admiro
las cosas más humildes, y te miro y te miro
sin hablar.
¡Oh, todo por el hijo que tengo que esperar!
Esperar...Es tan dulce la espera acompañada
para quien , siempre solo, nunca ha esperado nada.
Todo en la casa es suave; todo en la casa es santo.
Tu canto, lento y fácil, es un sagrado canto.
-Hay un olor de espiga en mis libros leídos
y olor de santidad en tus vestidos.-
Tu andar, por lo que llevas, se ha vuelto silencioso.
Tus ojos se entrecierran en límpido reposo.
Y en todo sitio dejas tu bienquerer ufano,
que se te pierde solo, como arena en la mano.
Oh, sepan los que sufren de lo que yo he sufrido,
cómo mi vida es mansa con lo que se ha cumplido;
cómo el milagro antiguo de Moisés y la roca
inesperadamente se repitió en mi boca;
porque en mi boca, amigos, esta palabra pura
es como el agua clara sobre la piedra obscura.
Oh, sepan los que tienen una tristeza vieja,
cómo el feliz anuncio desbarató mi queja,
y me dejó lo mismo que saco ceniciento
desempolvado al viento.
Oh, sepan los que llevan al cuello desventura,
cómo en un solo día se perdió mi amargura.
Oh, sepan cómo es fuerte mi mano apresurada,
que quiere hacerlo todo, sin saber hacer nada;
cómo mi voz es dulce, después que fue tan grave;
cómo mi amor es simple; cómo mi vida es suave...
Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.
-El hueco de tu almohada tendrá un olor a nido,
y a vino derramado nuestro mantel tendido.-
Si mi mano te toca,
tu voz,, con la vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.
El cielo de tus ojos será cielo nublado.
Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río...
Y un día, un dulce día, quizás un día de fiesta
para el hombre de pala y la mujer de cesta;
el día que las madres y las recién casadas
vienen por los caminos a las misas cantadas;
el día que la moza luce su cara fresca,
y el cargador no carga, y el pescador no pesca...
-tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
tenga catorce noches y espolvoree plata
sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-
Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,
te romperás cargada como una rama al viento.
Y será el regocijo
de besarte las manos, y de hallar en el hijo
tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...
LUNARIO SANTO
PRIMERA LUNA
Dejando en mi aposento la lámpara encendida
salí sin darme cuenta.
Para mis ojos nuevos era desconocida
la calle polvorienta.
Me llenaba la boca, reseca de pasado,
un cosquilleo innúmero de vino repuntado.
Y hecha energía joven, mi lasitud longeva
se estiraba en mis brazos hacia la luna nueva.
Con la cara contenta,
silbando en la vereda lo encontré a mi vecino:
un buhonero alegre que cuando está de venta
canta por el camino.
Me senté sin palabras, como un hijo, a su lado;
cordialmente le puse la mano sobre el hombro;
y él, viejo inestimado,
se demudó de asombro.
Y aunque nada decía,
con los ojos clavados su pasmo confesaba:
¡ver sonreír al hombre que nunca sonreía!
¡ver a su lado al hombre que no lo saludaba!
Así, bajo la noche, con mutuo regocijo,
nuestra amistad sellamos de aquel extraño modo.
Él todo me lo dijo;
yo se lo dije todo.
Cuando volví dormías. A tu lado, sonriente,
me acosté con el frío que traje del camino.
Y te besé en la frente,
pensando, en mi ventura, que besaba al Destino.
SEGUNDA LUNA
Con el primer ensayo de los grillos
tomé el sendero de continuas vueltas.
Recién cobradas, en mis dos bolsillos
se entrechocaban las monedas sueltas.
Hecha sonrisa por el buen destino,
mi faz contaba una intención traviesa:
llegar a tiempo de comprar el vino
y de poner el pan sobre la mesa.
Salir contigo a recoger la ropa;
bajar contigo las tempranas brevas,
y llenarte una copa y otra copa
con puñaditos de monedas nuevas.
Pero al llegar sin que tu amor me aviste,
ganado el beso de la bienvenida,
te hallé en el lecho demudada y triste
cual si estuvieras por morir vestida.
¡Ah, si algún día en mi habitual regreso,
silbando entrara a nuestra casa abierta,
y al ir en busca de tu casto beso,
con mi destino te encontrara muerta!
TERCERA LUNA
De un día para otro tu seno estacionado
-remanso con hoyuelo- ha empezado a crecer.
Cien veces me ha sufrido tu pudor agraviado,
y todavía, amiga, no lo puedo creer.
Ruidoso como un niño, mi buenhumor contrasta
con tu recogimiento de tímida perdiz;
y con el tono triste de tu reserva casta,
ruidosa como un niño, mi palabra feliz.
Así, mientras me pides con humilde protesta
para el secreto mutuo mayor intimidad,
yo quisiera vestirme con mi traje de fiesta
y salir a contarlo por toda la ciudad.
CUARTA LUNA
En su viejo carrito de dos ruedas
la moza trajo los bizcochos frescos;
te miró de reojo la cintura,
y se fue sonriendo.
Con la vasija para el vino tinto
salí tras ella en dirección al pueblo;
la alcancé en siete puertas, ¡y la pobre,
ya lo estaba diciendo!
Por la calle volví con un amigo
hablando solo del amor materno;
pero de pronto me quedé confuso:
¡se lo estaba diciendo!
Amiga, de qué valen tu recato
y mi palabra de guardar silencio.
si en ti ya lo descubren y yo mismo
a todos se lo cuento.
Sal a la puerta para ver la gente,
camina por el sol, ponte en el viento,
que lo que ha de venir para mi dicha
ya se te ve en el cuerpo.
Entregada al orgullo de mi brazo,
deja por fin la sombra de mi techo,
que a los ojos del cielo y de la tierra
será santo tu aspecto.
Y aunque pocos comprendan la grandeza
de lo que estás haciendo,
a la vista de todos, sin palabras,
te pasearé en el pueblo.
QUINTA LUNA
Con ojos de alfarero alucinado
sigo el cambio sin prisa de tus senos,
porque son como vasos milagrosos
que se levantan a un divino fuego.
Y en verdad que tu vientre primerizo,
ni blanco ni moreno,
calladamente se deforma en cántaro
a la presión contínua del misterio.
¡Ah, si me fuera dado referirte
lo inexplicable que en el alma siento,
y hacer de modo que tu angustia santa
se te vuelva alegría todo el tiempo!
Mujer, en el secreto de tu carne
es mi destino el que se está cumpliendo;
y por eso sonrío a tu sonrisa
y sufro sin querer tu sufrimiento.
Y soy como un pastor ante su tierra
-que mi tierra es tu cuerpo-
pastor que canta o que en la plaga llora
con los brazos abiertos.
Ah, poco a poco, como un niño triste,
de extraño mal me moriré en silencio,
si lo que llevas, que es mi propia viña,
te lo destruye el viento.
SEXTA LUNA
El mismo día que lo supe todo
con esta Biblia regresé del pueblo,
y la empezamos a leer felices
a la rojiza claridad del fuego.
(Lía la grácil y Raquel la hermosa;
la paloma y el cuervo;
cautivos pálidos, guerreros hoscos
y faraones negros.
Abisag y David. Jepthé llorando.
El Jordán y el Mar Muerto.
La voz de Dios en las llanuras calvas,
y un pueblo y otro pueblo).
Y he aquí que al entrar, como una luna,
en su sexta figura tu misterio,
leo el último salmo del profeta
y te contemplo ante el primer proverbio.
Ah, tú que tienes la suprema dicha
de llevarlo en el cuerpo:
aprende la palabra de los santos
y háblale luego con el pensamiento.
Cuéntale siempre este remoto drama;
háblale a solas de este antiguo ejemplo.
y deja que la arena de las horas
caiga sin ruido en el reloj del tiempo.
Así, sin esperarlo, ante tus ojos
blancos de fe, se detendrá el momento;
y en el alma tendrás recién oída
la voz del Evangelio.
Después, rama quebrada, con alivio
descansará tu cuerpo,
y al lado de la rama, el fruto hermoso
caído a tierra por la ley del viento.
Y ante los dos, como Melchor el mago,
mi corazón venido del desierto.
SÉPTIMA LUNA
Frente a frente en la mesa, que es un humilde altar,
hablamos en voz baja del que está por llegar.
Sobre la tinta verde del hule de la cena
la lámpara proyecta su tibia luna llena.
Y una penumbra suave refleja en toda cosa
la flor iluminada de su pantalla rosa.
Cortado del diario que nos llegó en el día,
el molde sufre el peso de la copa vacía.
Molde de camisita que en el papel conserva,
casi todo el dibujo de un pastor en la hierba.
¡Molde de camisita con una historia trunca,
y la palabra siempre, y la palabra nunca.!
Caído de tus manos, el ovillo de lana
estira hasta la puerta su purísima cana.
A tus pies duerme el perro, y a mi calor, liviano,
el libro recibido de un poeta lejano.
¡Libro de adolescente, libro desconocido,
en mis rodillas juntas, como un recién nacido!
Y he aquí que te digo: -Si tal es tu querer,
también, por tu alegría, yo lo espero mujer.
Pero que siempre sea dulce de condición;
no importa, amiga mía, si mujer o varón.
De modo que en sus manos, ya de José o de Marta,
el pan se subdivida y el vino se reparta.
Aunque después los otros, en un olvido cruel,
sirvan el pan sin ella o el buen vino sin él.
Así, sencillo y bueno, sencillo y sin fortuna,
será de los que tienen su símbolo en la luna.
Que la luna noctámbula, en su piedad remota,
es moneda de todos, y casi siempre rota.
OCTAVA LUNA
Ya no sales conmigo cuando parto
ni vienes a mi encuentro cuando llego.
Andas con tu rubor de cuarto en cuarto,
pájaro triste, animalito ciego!
Andas... Y santifica nuestra casa
la presencia de Dios en tu fatiga,
como hace grave nuestra cena escasa
la simple vestidura que te abriga.
Y al verte muda, vacilante, opresa,
siento en las manos un temblor divino,
que se acrecienta si al tender la mesa,
sobre el mantel se te derrama el vino.
Por eso adquiere en mi temor cristiano
un suceso común, hondo sentido:
la copa que se cae de tu mano
o el clavo que desgarra tu vestido.
Y a remorderme en esta vida nueva,
viene un recuerdo y otro del olvido:
la cría inerme que ultimé en la cueva
y la paloma que atrapé en el nido.
Y cada vez que tu aflicción callada
te deja en algún sitio recogida,
mis ojos ven en ti, transfigurada,
la liebre madre que maté dormida.
NOVENA LUNA
Dos cartas iguales escribí en la noche
para dos ausentes: tu madre y la mía.
Las madres salieron de distintos puntos
y llegaron juntas al caer el día.
Mi madre, del campo, con su cochecito;
la tuya, de lejos, en veloz carruaje;
una con mantillas que compró en el pueblo
y otra con un gorro que tejió en el viaje.
Llorando, en la puerta, me besó tu madre;
llorando y riendo me abrazó la mía;
y yo, como niño que no sabe nada,
lloraba con ellas o me sonreía.
Entraron a verte las dos madres juntas.
En la puerta, solo, me quedé parado.
Y esperé el suceso como si tuviera
que verlo en el fondo del camino andado.
Levantóse polvo. Vi en la nube un punto.
Vi en el punto un niño. vi en el niño un hombre.
La nube de polvo se elevó hasta el cielo.
Y alzando las manos pronuncié tu nombre.
VIGILIA
PALABRAS AL HIJO POR NACER
Hijo mio que esta en su seno, dormido
lo mismo que en un nido:
Antes que el beso fuerte
del sol te sobrecoja, y el aire te despierte;
antes que mi alegría venga a mirarte, loca,
y el pecho de la madre se desnude en tu boca,
y tu mirada nueva sin comprender se abra;
antes que te acunemos, escucha mi palabra:
-Hijo mio: sé bueno desde el principio, y manso,
asi como tu madre, que es el agua en descanso.
En tu labio sin mancha, todavía imprecisa,
para bien de mis años tráeme su sonrisa,
y en tu faz, derramado,
ese santo desvelo de su rostro ovalado.
Hijo mio: te quiero de corazón sencillo,
tal como el Pobrecillo.
No exhumes en tu pecho mi corazón de antaño,
retorcido y huraño,
que ante el milagro eterno de todo lo que existe,
es malo ser indócil y es pecado ser triste.
Hijo mio: en la tierra, que es prieta y polvorosa,
aquí y allá tus ojos hallaran una cosa
que por clara y humilde será tu preferida,
y con cuya pureza llevarás en la vida,
si varón tu pechera, y si mujer, tu enagua.
Esta cosa es el agua.
Hermanos de la misma son la sombra y el viento
y la arena y el fuego y el humo ceniciento:
cinco hermanos amigos del bien para los cuales
harás de tu alabanza cinco partes iguales;
mas, si a elegir te dieran entre los cinco hermanos,
quédate con la arena, que es suave entre las manos;
quédate con la sombra, porque a todos se humilla;
quédate con el humo, sólo porque no brilla.
Hijo mio: no digas Abominad, ni digas:
Obedeced; no agravies, no niegues, no maldigas;
discurre, anima, observa,
siempre con la dulzura del agua entre la hierba;
y sin seguir a Kempis ni aprobar a Tomás,
trata de ser sencillo, sencillo y nada más.
SU NOMBRE
Sin decidirte por el tuyo, suave,
ni por éste, tan dísono, que llevo,
alzaste al cielo tu mirada grave
como buscando en él un nombre nuevo.
Y suplicaste: -Quiero un nombre luz
que te recuerde ¡oh cielo! en su eufonía:
uno mas transparente que Jesús,
y que José, y que Marta, y que María.
Y estando él para llegar al mundo,
no hemos hallado el nombre todavía;
sólo sabemos que ha de ser profundo
y claro como el dia.
LA CUNA
Trajeron la cuna. Ligera,
la entró mi ruidosa alegría;
y solo con Dios en la espera,
me puse a mecerla vacía.
CUNA
Haz con tus propias manos
la cuna de tu hijo.
Que tu mujer te vea
cortar el paraíso.
Para colgar del techo,
como en los tiempos idos
que volverán un día.
Hazla como te digo.
Trabajarás de noche.
Que se oiga tu martillo.
"Estás haciendo la cuna"
que diga tu vecino.
Alguna vez la sangre
te manchará el anillo.
Que tu mujer la enjuague.
Que manche su vestido.
Las noches serán blancas,
de columpiado pino.
Harás según el árbol
la cuna de tu niño.
Para que tenga el sueño
en su oquedad de nido.
Para que tenga el ángel
en un oculto grillo.
La obra será tuya.
Verás que no es lo mismo.
Será como tus brazos
la cuna de tu hijo.
Se mecerá con aire.
Te acordarás del pino.
Dirás: "Duerme en mi cuna".
Verás que no es lo mismo.
(Poesías copiadas del libro GRACIA PLENA-1967-)
BIOGRAFÍA
José Pedroni: (1899 - 1968)
Poeta argentino. Nació en Gálvez, Provincia de Santa Fe en 1899 y murió en Esperanza Provincia de Santa Fe, en 1968. Sencillo, humano, accesible por su claridad fraterna, religioso en la intimidad o en el hogar, compañero de la naturaleza, cantor primitivo, honesto, revelador de un vitalismo de su propio mundo cotidiano.
Nació en Gálvez, provincia de Santa Fe, el 21 de septiembre de 1899. Era hijo de Gaspar Pedroni y de Felisa Fantino, ambos inmigrantes piamonteses. El escritor creció disfrutando de la paz del campo y rodeado de los nobles instrumentos de trabajo.
Pero la infancia de Pedroni fue también sufrida, ya que a la par de la escuela tuvo que trabajar con su padre como ayudante de albañil. Muchas de las imágenes que Pedroni fue registrando durante su niñez, serían el barro que luego utilizaría para construír sus versos.
En 1912 se radica en Rosario. Estudia en la Escuela Superior de Comercio y aprende inglés y francés. Por entonces comienza a publicar sus primeros trabajos en un diario de Gálvez.
Los años mozos de Pedroni transcurren en una Rosario convulsionada por movimientos obreros socialistas y anarquistas. En 1912 se produce el Grito de Alcorta, la primera huelga agraria del país. Años después cae asesinado el abogado Francisco Netri. Ese clima de virulencia social también influyó en la formación del poeta.
En 1916, José Pedroni obtiene el título de Bachiller y comienza a trabajar como tenedor de libros.
En 1918, por razones laborales, se traslada a San Carlos Norte y luego a Sa Pereira. Allí comienza a conocer la historia de los primeros colonos, historia que reproducirá en sus versos.
Trabajando como contador en la Casa de Ramos Generales de Alejo Chautemps, José Pedroni conoce a la que sería su esposa y compañera fiel: Elena Chautemps, con quien contrajo enlace el 26 de marzo de 1920.
Un año después, el 17 de marzo de 1921, nace su primer hijo, Omar Tulio. Ese mismo año, luego de recibir la baja como conscripto militar, Pedroni se traslada a Esperanza, donde se emplea en la Fábrica Nicolás Schneider, en la cual trabajó como contador durante 35 años.
En 1923 aparece su primer libro: “La gota de agua”. El debut fue impactante: Pedroni empezaba a mostrar una poesía distinta, por su sencillez y belleza, donde el protagonista principal es el hombre, el obrero, la mujer amada, los hijos y la tierra.
Dos años después, en 1925, sale a la calle “Gracia Plena”. La llegada del segundo hijo, José María, hizo que Pedroni le regalara a la posteridad varios de sus poemas más hermosos y recordados. “Gracia plena” fue un éxito literario.
El 13 de junio de 1926 se produce un hecho que será fundamental para Pedroni: en una nota aparecida en el diario “La Nación”, Leopoldo Lugones exalta la obra del poeta santafesino, a quien bautiza como “el hermano luminoso”.
En 1928 nace el tercer hijo de José Pedroni: Juan Carlos. En 1930, llega al mundo la única hija del poeta: Ana María, hoy radicada en Guatemala.
Los conceptos elogiosos de Lugones hacia el poeta, terminaron convirtiéndose en una pesada carga, a punto tal que debieron pasar diez años para que aparezca el libro sucesor de “Gracia Plena”: “Poemas y palabras”. En 1937 José Pedroni publica “Diez mujeres”.
En 1941, “El pan nuestro”. Y en 1944, “Nueve cantos”. Hasta que en 1956, luego de varios años de espera, aparece la que para muchos fue su obra cumbre: “Monsieur Jaquín”. Este libro es un homenaje a los primeros inmigrantes que trabajaron la tierra, especialmente a los fundadores de la Primera Colonia Agrícola Organizada del país: Esperanza.
En 1959, el escritor funda en Esperanza el Teatro de Títeres “Pedro Pedrito”, con la colaboración de otro gran artista: Ricardo Borla.
En mayo de 1960 se publica “Cantos del hombre”.
En ese trabajo, Pedroni recuerda a unas islas a las que Yupanqui llamaría después “la hermanita perdida”.
En diciembre del mismo año aparece “Canto a Cuba”. Estos versos, en los que Pedroni refleja admiración por aquellos barbudos que intentaban parir un mundo nuevo, hicieron que muchos intentaran encasillarlo ideológicamente.
En 1961 le sigue “La hoja voladora” y en 1963, el que sería su último libro: “El nivel y su lágrima”.
Pedroni siguió escribiendo hasta sus últimos días. En ocasión de inaugurarse el Velódromo Municipal de Esperanza, se le pidió un poema alusivo. Así nace “La bicicleta con alas”. Fue casi una despedida. El 4 de febrero de 1968, José Pedroni voló hacia otros mundos en Mar del Plata, lejos de Esperanza, su tierra amada.
Una vez le preguntaron a Pedroni para quién escribía, si para todos o para sí mismo. Él contestó tajantemente que el que escribe para todos no escribe para nadie, y el que escribe para sí ha elegido el peor interlocutor, ya que a la gente no le interesan las tribulaciones personales de un poeta.
La poesía de Pedroni apunta, como a él le gustaba decir, al corazón del hombre. Quizás eso explique la vigencia de su obra.
OBRA:
La gota de agua (Buenos Aires 1923), Gracia plena (Buenos Aires, 1925),
Poemas y palabras (Buenos Aires, 1935), Diez mujeres, romances
(Buenos Aires, 1941, 2da.Ed., 1945), Nuevos cantos (Buenos Aires, 1944),
Canto a Cuba (Buenos Aires, 1960), Cantos del hombre libre
(Santa Fe, Argentina, 1960), La hoja voladora (Buenos Aires, 1961),
El nivel y su lágrima (Santa Fe, 1963), Obra poética
(Rosario, Argentina, 1962, 2 vols.).
Tomada de:
http://www.pampagringa.com.ar/BIOGRAFIAS/PEDRONI/pedroni.htm
LA GOTA DE AGUA
Oh gota musical que se separa
de la inmortalidad y oye mi oído
caer continuamente en el olvido
de mi honda penumbra, oh gota clara!
Una estrofilla de infantil dulzura,
sólo en la fuente alguna vez oída,
me ejecuta en el alma la caída
inmaterial de aquella gota pura.
De un agua fresca como cisterna,
mi pozo espiritual colma la gota;
y sin querer tengo una voz remota
y a todas horas la mirada tierna.
Oh gota de agua dulce que te estancas
en mi profundidad, de cuyo hueco
interminable sube un eco
que es como un vuelo de palabras blancas.
Oh gota musical que me deparas
el milagro ideal de tu caída,
cáeme siempre, siempre, que mi vida
vive en el canto de tus notas claras.
CONFIDENCIA
En fragante mudanza el limonero
destaca tu rubor.
Tú no sabes, amiga, pero hueles
a limonero en flor.
En un tronco caído una avecilla
le hizo casa al amor.
Tú no sabes, amiga, pero anidas
lo mismo en mi dolor.
Del arroyo una fría pedrezuela
me trajo el pescador.
Guardé la piedra en mi cerrada mano,
y sentí su frescor.
La harina del molino me empolva el alma
la harina de tu amor.
En el monte encontramos uva crespa
y una flor y otra flor;
Cada flor con tu aroma y cada uva
con tu mismo sabor.
Con su fresco algodón venda la piedra
el musgo trepador.
También es como el musgo tu ternura
en mi piedra interior.
Por el camino baja suavemente
un lugareño son.
Así también, amiga, tu palabra
baja a mi corazón.
CUANDO ME VES ASI
Cuando me ves así, con estos ojos
que no quieren mirarte,
es que al oírte hablar pienso en la lluvia
sin dejar de escucharte.
Porque tu voz, amiga, como el agua
rumorea el amor,
y pensando en la lluvia me parece mejor
que te escucho mejor.
Cuando me ves así, con estos ojos
que te miran sin verte,
es que a través de ti miro a mi sueño,
sin dejar de quererte.
Porque en tu suave transparencia tengo
un milagroso tul,
con el cual, para dicha de mis ojos,
todo lo veo azul.
ENTREMOS
Esta es nuestra casa.
Entremos.
Para ti la hice
como un libro nuevo,
mirando, mirando,
como la hace el hornero,
Tuya es esta puerta;
tuyo este antepecho,
y tuyo este patio
con su limonero.
Tuya esta solana
donde en el invierno
pensará en tus párpados
tu adormecimiento.
Tuyo este emparrado
que al ligero viento
moverá sus sombras
sobre tu silencio.
Tuyo este hogar hondo
que reclama el leño
para alzarte en humo,
para amarte en fuego.
Tuya esta escalera
por la cual, sin término,
subirás mi nombre,
bajaré mis versos.
Y tuya esta alcoba
de callado techo,
donde, siempre novios,
nos encontraremos.
Esta es nuestra casa.
¡Hazme el primer fuego!
CUNA
Haz con tus propias manos
la cuna de tu hijo.
Que tu mujer te vea
cortar el paraíso.
Para colgar del techo,
como en los tiempos idos
que volverán un día.
Hazla como te digo.
Trabajarás de noche.
Que se oiga tu martillo.
"Estás haciendo la cuna"
que diga tu vecino.
Alguna vez la sangre
te manchará el anillo.
Que tu mujer la enjuague.
Que manche su vestido.
Las noches serán blancas,
de columpiado pino.
Harás según el árbol
la cuna de tu niño.
Para que tenga el sueño
en su oquedad de nido.
Para que tenga el ángel
en un oculto grillo.
La obra será tuya.
Verás que no es lo mismo.
Será como tus brazos
la cuna de tu hijo.
Se mecerá con aire.
Te acordarás del pino.
Dirás: "Duerme en mi cuna".
Verás que no es lo mismo.
EL GRILLO
Un grillo manso que te quiere, amiga,
Y que en quererte vanamente insiste,
Cada vez que el silencio rehace
Te silabea su reclamo triste.
Abre los ojos. No te duermas. Ponte
Bien cerca, amiga, de mi pecho añoso;
Y así, callados, escuchemos juntos
La campanita del cri-cri amoroso
Entre las gentes del camino, siempre
Un hombre humilde me propongo ser,
Como el grillito que te quiere tanto
Y que te canta sin dejarse ver.
17 comentarios:
Enhorabuena por mantener tu blog actualizado con buena poesía.
Te mandamos un abrazo desde el nuestro, que es también el tuyo.
Qué belleza... José Pedroni!!!
Gracias por tan bello recuerdo.
Un beso
Mi Safiro querida:
La naturaleza dotó a los insectos a utilizar las luces de la noche como guía para su vuelo. De hecho la luz nocturna natural por excelencia es la Luna.
Y aquí estoy, prendada y perdida entre tanta dulzura, calidez y sonidos tan bellos de tu tierra “Mi Buenos Aires querido”…
Prendada de la luz de luna que encuentro aquí contigo; mágico espacio en el que me deleito escuchando buena música y leyendo tan bellas obras.
Como insecto, sí como insecto que vive, no que muere por seguir la luz.
Hoy como siempre he quedado prendada de la obra de este delicado poeta que le canta al amor más perfecto después del amor de Dios, la maternidad.
Lo he leído de un “solo trago”…
Regresaré muchas veces a paladearlo, despacio, pero hoy no he podido, lo repito me atrapaste.
Las nueve lunas preciosas como cada uno de los meses en la espera de la esperanza de quien terminará con nuestra soledad, me ha llegado al alma, pronto sabrás el por qué…
Escuché muchas veces Canción de Amor para mi Patria… y todas las melodías que tienes en el podcast.
Creo abusé del tiempo, pero no pude evitarlo…
Te abrazo y beso con mucho cariño y gratitud.
P.D. Me voy acompañada del sonido de Zamba para no Morir.
Safiro:
Bellísimo. Déjame ponerte algo que me hace pensar en ti, amiga:
"En fragante mudanza el limonero
destaca tu rubor.
Tú no sabes, amiga, pero hueles
a limonero en flor.
En un tronco caído una avecilla
le hizo casa al amor.
Tú no sabes, amiga, pero anidas
lo mismo en mi dolor.
Del arroyo una fría pedrezuela
me trajo el pescador.
Guardé la piedra en mi cerrada mano,
y sentí su frescor.
La harina del molino me empolva el alma
la harina de tu amor.
En el monte encontramos uva crespa
y una flor y otra flor;
Cada flor con tu aroma y cada uva
con tu mismo sabor.
Con su fresco algodón venda la piedra
el musgo trepador.
También es como el musgo tu ternura
en mi piedra interior.
Por el camino baja suavemente
un lugareño son.
Así también, amiga, tu palabra
baja a mi corazón".
Un enorme abrazo.
Safiro:
José Pedroni, su poesía y mis inicios como docente.
Lo descubrí un día y fue amor a primera vista. "Maternidad", que canto maravilloso. Durante muchos años tuve a "mis" chicos, mis alumnos, como algo muy mío. Cuando quedé embarazada, no fueron nueve lunas, sino nueve años. Pero llegó aquella cuyo nombre había elegido leyendo la novela de B.Perés Galdós, ya cuando poco probable se hacía.
Y "Maternidad" acompañó mi llanto de alegría.
Y "mis" chicos siguieron siéndolo, y aún tantos años después, agradezco a Dios el haberme permitido depositar en ellos el amor que me dolía y el haberme dado la sabiduría de compartirlo con gozo, antes que llegara su legítima propietaria.
Gracias don José. Alguna vez leyéndolo pensé si el nombre de su colonia, Esperanza sería para mí una promesa por llegar.
Gracias Safiro, ¿ves que ligada está mi vida a la obra de nuestro poeta?
Besos con llanto dulce, SUsana
Bellísimo, Safiro.
Te agradezco la sensibilidad de esta selección.
creí que dejabas afuera "Cuna", y ahí estaba. Me volvió a emocionar, como siempre.
Gracias por los preciosos momentos que nos regalás a tus visitantes.
un gran gran abrazo
Buenísima selección la de este poeta que supo llegar al alma de sus lectores.
Abrazos,
Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.
Cómo ves ya regresé. Entré hace un momento pero cerré para atender una llamada, pero no podía dejar de venir...
Insisto Nueve Lunas, qué manera más bella de descifrar el milagro de la maternidad.
Recién empieza Mi Buenos Aires querido y me pierdo en mis comentarios al escuchar el rítmico sólo del piano y a entrada suave y cadenciosa de los violines.
Ahora Alberto...
Cada vez que vengo a visitarte me "engancho" con tu espacio...
"O acaso acumulando desvelos por dudas largamente acunadas"...
A propósito hoy tendrá una presentación Alberto, pero no me enteré a tiempo así que me la perderé.
Oye Safiro puedo llevarme una copia de tu podcast a mi blog?
Ya me dirás; de todas maneras no me quedaré sin escuchar la música y autores de tu Patria, Argentina.
Hasta otro ratito o meor dicho, ratote.
Muchos besos y abrazos para tí y los que amas! Muá!
Eres una Reina! Muá!
Muchas gracias, ya te lo regresaré cuando DEEZER active su nueva URL, pues ahí tengo todas mis listas y no las puedo usar por el momento.
Gracias nuevamente y eres sensacionalmente un encanto!
Estoy emocionada y feliz!!!
CANTO EN FLOR
Gracias a vos, pero si te parece, puede ser también que hagas el tuyo y te voy pasando por correo lo que más te guste y se adapte a tu espacio.
Como vos dispongas está bien para mi.
Besos!
S obre el horizonte azul se levanta,
A mor más grande como el tuyo, no hay
F ortaleza, fe, ternura y esperanza,
I rradias a tu alrededor,
R eflejos multicolores derramados en sonrisas,
O da al amor tu entrega maternal…
Un humilde recuerdo para una gran mujer-madre-amiga.
Ha quedado "descuadrado" por el espacio, pero el cariño es igual de grande.
Nadie nunca escribio nada tan hermoso como Maternidad.
Con simpleza y humildad "...y un poco de mis ojos, un poco, casi nada..."
Bellísimos los escritos escogidos Safiro, un poeta con tanta profundidad como sentimiento...
Hoy vine a leer la sexta luna...
Y ante los dos, como Melchor el mago, mi corazón venido del desierto.
...y a escuchar Cenizas.
Feliz domingo y todos los días de tu vida!
Y gracias por encontrarle un lugarcito...
Bechos!
Tengo una nostalgia galopante... con qué se cura?
Feri
¿Con mimitos?...si es eso tengo y te los puedo dar con mucho cariño.
¿Chocolates?...no tengo más, los terminé en mi último ataque nostalgioso, ahora voy al kiosco y te compro un bananita Dolca y un cabsha...¿ta'?
Besitos...mimosa!
Pero que siempre sea dulce de condición;
no importa, amiga mía, si mujer o varón.
Hoy vine por la séptima luna...
Y a decirte que ya tengo música yucateca en casa, por si vos querés pasar...
Me voy escuchando Palabras de Amor...
Bello como todo lo de Serrat, a poco no?
Romántica a carta cabal, qué se le puede hacer?
Besos!
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