30 de julio de 2008

Tú...mi fuego



ay...te necesito tanto !!

Sos el compañero de mis noches de ensueños y desvelos
...con los leños encendidos,
con la magia de la luz de tu fuego en la habitación oscura,
con mil formas fantasmagóricas pintando las paredes, y el crepitar dando nuevo sonido a la suave música que invade mi cuarto.


Sos la calidez que me envuelve...

ese placer que siento en mi cuerpo con tu sola presencia,
y que da calor a estas noches heladas de invierno...


Te quiero...te necesito...
Amo esos momentos nuestros...
yo sentada, acurrucada en un sillón frente a vos,
o acostada en la alfombra desde donde te contemplo hipnotizada
...mientras vos danzás para mi, jugás el juego que me gusta,
me atrapás, me envolvés...me dejo llevar
y me elevo en tu fuego, gozo...
y te disfruto.

y en este momento se acaba el romanticismo...


pero...todo tiene su precio,
y ahora tengo que olvidarme por un rato de mis sentimientos,
remover las cenizas, ensuciarme las manos...tengo hollín en la nariz
y debo hacerlo
si quiero seguir disfrutando de tu calor y mis momentos con
vos...

¡mi querido... Hogar a leños!

Je!


28 de julio de 2008

¡PIDO...! y empezamos el juego...



...y si jugamos a que somos niños de nuevo?
Siempre nos dicen que dejemos salir a "nuestro niño"...dicen que es saludable.
¿Sabés?...me siento cansada, imagino que te pasa lo mismo...
no es fácil ser "grande", hay momentos en este transitar que pareciera que nos pasa una aplanadora por encima...son momentos,
al fin, todos son momentos en la vida.
Sabemos que mañana saldrá el sol y lo veremos todo distinto,
pero hoy el cielo se ha puesto gris...



hace un tiempo ya que solo pasa del gris al casi...¿negro?
¡ya pasará!...siempre pasa...mañana solo será parte del recuerdo.
Te propongo que nos tomemos un descanso...lo necesitamos.
¿Que ocurre si digo "Pido..."?
y...si paramos por un rato la pelota?
...si nos escondemos,
como si estuviéramos en la vereda o en el potrero...como ayer,
cuando eramos chicos?.

Con total libertad hasta para elegir si queremos jugar o no,
pero...¿ por qué no?



Podemos transformar la realidad con nuestra mirada de niños,
entrar al mundo de las fantasías...
creernos por un rato que es real.
Dejando todas las ataduras para soñar y jugar que nos impone nuestra vida presente
y de personas serias y responsables...
En el exacto límite incierto de nuestra realidad,
olvidándonos de todo lo que nos pasa hoy en que está muy gris el cielo.
Te aseguro, que si me acompañás a jugar, yo canto Pido...!!
Dale!...animate,
digamos juntos un "Pido" a la vida, a los grises, a la melancolía,
a la nostalgia...
No hay posibilidad de juego si no me acompañás...
PIDO!!
y empezamos el juego...¿te parece?
un juego espontáneo, sin reglas, como un espejo que refleje lo que soñamos y deseamos,
más espiritual que material...
que eleve nuestro espíritu, que nos deje volar con la imaginación,
un juego sin maldades, sin especulaciones,
en el cuál el único premio sea nuestra íntima satisfacción,
el sentirnos inmersos en nuestro ser interior
limpios, puros...¿es muy complicado?
Podemos intentarlo...



acostarnos en la hierba a mirar pasar las nubes,
adivinar a que se parecen...a una oveja?...una rana?

o sentarnos a la orilla del río a ver pasar las penas y las angustias


y tirarles piedritas para que se rompan en mil anillos tornasoles.

Sin importarnos si se nos arruga la ropa, si se manchan del verde del pasto,
sin máscaras,

sin importarnos nada más que la universalidad que nos rodea y lejos de lo cotidiano...
para eso hay otro tiempo.
Te invito a que inventemos un mundo perfecto por un rato.


Yo grito...¡PIDO...!

acompañame a jugar...


Aclaración:
PIDO es la palabra que decíamos, cuando niños, para pedir una tregua en el juego de "la mancha".

25 de julio de 2008

Morir en la pavada


Para pensar...



Una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositario. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz. No sabiendo lo que era, decidió llevárselo. Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos era del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a éste debajo de la pava clueca.
Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo hizo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las cumbres. Y aunque resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Si señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.
Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tutiá. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.
A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran solo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.
Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las alturas, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre el suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa. Y él, ¿por qué no volaba así? El corazón le latió apresurado y ansioso.
Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.
Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañera que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.
Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a viejo, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada como había vivido.
¡Y pensar que había nacido para las cumbres!



Cuento Publicado en: "Cuentos Rodados", Editorial Patria Grande.

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Padre Mamerto Menapace

El padre Mamerto Menapace, monje benedictino del monasterio de Los Toldos en Azul, provincia de Buenos Aires, es conocido por sus libros, intervenciones televisivas y radiales, cientos de conferencias y cantidad de cuentos populares con los que llega al público anunciando un Evangelio de alegría y esperanza.


El silencio del monasterio y su origen pueblerino hacen de Mamerto Menapace un monje simple, abierto. Abad del monasterio benedictino de Los Toldos, con sus 38 libros entre cuentos, fábulas, poemas, llegó a varias generaciones con su ameno mensaje espiritual y es un referente de lectura para los jóvenes . A más de 30 años de su primer libro, sigue siendo un monje de poncho y mate que no deja de anunciar el Evangelio con humor.



20 de julio de 2008

DÍA DEL AMIGO

El amor es lo único que crece cuando se reparte.



En Argentina se festeja hoy el Día del AMIGO, un día de encuentros, llamadas, abrazos, saludos para reafirmar ese lazo o simplemente como excusa para reunirse un día más.
En honor de la amistad y los buenos deseos...¡Bienvenido!
Yo les dejo unas frases del Principito, una rosa, un abrazo que se renueva y mi cariño de siempre.

BESOS !!

Irma





Frases de Antoine De Saint -Exupéry

EL PRINCIPITO





Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.



El amor es lo único que crece cuando se reparte.



El fracaso fortifica a los fuertes.



Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad.



Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin.



El hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo.



Lo bello del desierto es que en algún lugar esconde un pozo.



Ser necio de nacimiento es una enfermedad incurable.



Una pila de piedras deja de ser una pila de piedras en el momento en que un solo hombre la contempla, concibiendo por dentro la imagen de una catedral.



La pura lógica es la ruina del espíritu.



Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos.



La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio.



Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos.



Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.



El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va.



Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.



Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás.



Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes.



El sentido de las cosas no está en las cosas mismas, sino en nuestra actitud hacia ellas.



Las personas grandes son bien extrañas.



Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.




Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.




A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿qué tono tiene su voz? ¿qué juegos prefiere? ¿le gusta coleccionar mariposas?, pero en cambio preguntan: ¿qué edad tiene? ¿cuántos hermanos? ¿cuánto pesa? ¿cuánto gana su padre?. . . Solamente con estos detalles creen conocerle.




Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.




Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.




Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta.




Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas.





Si yo ordenara -decía frecuentemente-, si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía.




Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.




¿y de qué te sirve poseer las estrellas? -me sirve para ser rico-¿y de qué te sirve ser rico? -me sirve para comprar más estrellas-.




Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo. . .




Sólo se conocen bien las cosas que se domestican.




Conoces lo que tu vocación pesa en ti. Y si la traicionas, es a ti a quien desfiguras; pero sabes que tu verdad se hará lentamente, porque es nacimiento de árbol y no hallazgo de una fórmula.




Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.



El amor verdadero empieza cuando no se espera nada a cambio.



El hombre se descubre a sí mismo cuando se enfrenta a los obstáculos.




No me interesa aquel que haya conocido, llevado en litera, mil cimas de montañas y así observado mil paisajes porque,en primer lugar, no conocerá uno solo verdaderamente y, luego, porque mil paisajes no constituyen más que una partícula de polvo en la inmensidad del mundo.




Di a cada uno: tienes razón. Porque tiene razón. Pero condúcelos más alto en su montaña; pues el esfuerzo de escalar, que rehusarían por ellos mismos, exige tanto de los músculos como del corazón. . . ¿cómo conocerán los hombres sus actos si no han escalado trabajosamente la montaña, en soledad, para trasmutarse en silencio?.





Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.



Combatiré por la primacía del hombre sobre el individuo.




La dificultad te entrega y te aporta la única libertad que cuenta.




Cada mujer contiene un secreto: un acento, un gesto, un silencio.



La caridad según el sentido de mi imperio, es la colaboración.




El amor es sobre todo audiencia en el silencio. Gustar, es contemplar.




Es fácil de colmar aquel que no tiene espacio en el corazón.




Somos los amos de las cosas cuando las emociones nos responden.




La oportunidad perdida es lo único que cuenta.




El sufrimiento es casi un amigo.




El tiempo que perdiste con tu rosa hace que ésta sea tan importante para ti". Quiere decir que no importan las posesiones ni el dinero de una persona querida, sino el amor,la constancia y dedicación que le he ofrecido yo, y que me impiden separarme de ella.




lo que hace importante a mi rosa es que es mia




Todas las personas mayores primero fueron niños.



Todos los hombres son sus vasallos (de sí mismos).



Los hombres ya no tienen tiempo de comprar nada, compran las cosas ya hechas a los comerciantes; pero como no existe ningún comerciante de amigos, los hombres ya no tienen amigos.



...es el único que se ocupaba de algo más que de sí mismo. Esta es la clave del sentido de la vida; amar es preocuparse por otro... es sentirse responsable por otro.



Siempre he amado al desierto. Uno puede sentarse sobre una duna de arena sin ver ni escuchar y, sin embargo, siempre hay algo que brilla en el silencio.



Lo que los hace hermoso es algo invisible...los ojos no siempre ven. Hay que buscar con el corazón.



Es tan misterioso el país de las lágrimas.




-¿Sabes...? Cuando uno está muy triste son agradables las puestas de sol.




Yo te amo sí. El que tú no supieras nada de ello fue culpa mía. Pero no tiene importancia. Tu has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz.




La autoridad debe basarse sobre la razón.


-Entonces te juzgarás a tí mismo. Lo cual es más díficil que juzgar a los demás, y si logras juzgarte bien, serás un verdadero sabio.



Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.






19 de julio de 2008

Antoine de Saint-Exupéry en Argentina

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY

Lo esencial es invisible para los ojos.


El amor es lo único que crece cuando se reparte.





BIOGRAFÍA


Antoine Jean-Baptiste Marie Roger de Saint-Exupéry- (Lyon, 29 de junio de 1900– Mar Mediterráneo, cerca de la costa de Marsella, 31 de julio de 1944) fue un escritor y aviador francés, autor de El principito, nacido en una familia noble de Lyon.



Antoine de Saint-Exupéry fue uno de los pioneros de los vuelos postales internacionales, un aviador en los días en que la aviación poseía pocos instrumentos y volar era una tarea extremadamente difícil y peligrosa. Más tarde protestó al ver el elitismo de los pilotos de aviones más modernos.

Estudió en la Universidad de Friburgo. Comenzó trabajando en la sociedad Aéropostale de Pierre-Georges Latécoère, entre Toulouse, Francia, y Dakar,Senegal, mientras escribía su primer libro, L'Aviateur (El aviador).

En 1928 publicó Courrier-Sud (Correo del Sur) y voló la ruta que va de Casablanca a Dakar.

Saint Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929, junto con Jean Mermoz y Guillaumet, sus compañeros en la aviación.


Fue el fundador y primer piloto de la Aeroposta Argentina, la primera compañía de aviación del país. Esta línea estaba dedicada fundamentalmente al transporte de correspondencia, el negocio de la época,aunque también llevaba, esporádicamente, pasajeros.




El primer vuelo se realizó el 20 de octubre de 1929, entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Las escalas fueron en San Antonio Oeste, cuyo Aeródromo lleva hoy el nombre de Saint -Exupéry, y Trelew.



En una mañana fría, con un abrigado saco, gafas y una gruesa gorra, partió del aeródromo Harding Green de Bahía Blanca rumbo a Comodoro Rivadavia.
La hoja de ruta atestigua que volaron 6 horas y 20 minutos a una velocidad promedio de 158 kilómetros por hora.

El avión, el Latecoere 25, se convirtió en la primera máquina que integró la Aeroposta Argentina e inauguró los vuelos comerciales en el país



El Latecoere 25 "es el único de ese modelo que existe en el mundo". Se trata de un monoplano construido con madera, aluminio, metal y telas termocontraíbles.

Tiene 9,45 metros de largo y un ala de 17,40 metros.

El avión volaba con motores Renault e Hispano Suizo de 400 caballos y un peso aproximado de 700 kilos.

El Latecoere era capaz de transportar hasta 1.250 kilos, llevar hasta 4 pasajeros y volar a 3.000 metros de altura a unos 180 kilómetros por hora.

Durante dos años, con la cabina descubierta, Saint-Exupéry desafió los más de 10 grados bajo cero y el viento impiadoso de las rutas del sur argentino, volando incluso a través de la Cordillera de los Andes.

El viento siempre fue un condimento activo en los vuelos patagónicos. Y más en la zona de Comodoro Rivadavia. La peculiar geografía del Chubut, con sus mesetas y cañadones, entuban el viento del oeste y lo dirigen hacia el mar, con puerto de salida en esta ciudad



El viento no permitía avanzar a los aviones y los mantenía suspendidos en el aire, inmóviles. Y aunque parezca una exageración, testimonios dan sustento a la imagen. El fallecido periodista y escritor comodorense Asencio Abeijón, en su libro Caminos y rastrilladas borrosas, cuenta historias semejantes

En un avión contra el viento, relata que en diciembre de 1930 los pobladores de la ciudad elevaron sus ojos al cielo y presenciaron un espectáculo sin igual.

"Como clavado contra las nubes, a unos mil metros de altura, estaba el 'aeroplano', fijo en el mismo lugar, asemejando a un cóndor cuando desde el aire acecha su presa sobre la tierra.

Con el motor al máximo de sus revoluciones, se batía contra el vendaval sin poder avanzar, balanceándose ligeramente hacia un costado y el otro, y elevándose también en balanceo de nariz o de cola.

Por momentos, ante alguna fugaz disminución de las ráfagas, avanzaba en una especie de salto para, de inmediato, quedar nuevametne detenido y hasta retroceder ante el empuje del ventarrón.



"Era la época de la aviación heroica. La máquina parecía frágil; sin embargo podía planear como pocas. Por eso no se le conocen accidentes graves mientras Saint-Exupéry o Jean Mermoz la pilotearon", comentó el vicecomodoro del área Quilmes Eugenio Ongaro.

El espíritu aventurero de Saint-Exupéry lo llevó a subirse a un avión a los 11 años.
Pero fue su experiencia de volar en condiciones adversas en el sur, "con Dios de copiloto", la que le permitió escribir una obra que lo consagró: Vuelo nocturno.



Saint Exupery inauguró (1929/30) las líneas Buenos Aires-Santiago de Chile y Bs. As.-Asunción y simultáneamente creó Societe Aeropostal, luego Aeroposta (que dió lugar a Aerolineas Argentinas), que volaba al sur desde Buenos Aires, con escalas en Bahía Blanca, Viedma, Trelew, Comodoro Rivadavia, Pto. Deseado, Pto. San Julián, Pto. Santa Cruz, Río Gallegos y Punta Arenas (un vuelo de 20 horas).

A fines de 1929 un problema técnico lo obligó a aterrizar en Concordia, Entre Ríos. Fue alojado en la mansión de San Carlos, cuyos jardines sirvieron de inspiración para el cuento Oasis, de su libro "Tierra de hombres".



Sus funciones no se limitaban a los vuelos comerciales sino que también efectuó vuelos de reconocimiento, rondas de inspección y raids hasta Tierra del Fuego.

Muchos de estos vuelos cotidianos, de 18 horas de duración, se realizaban de noche, lo que lo inspiró para comenzar a escribir, entre dos misiones, "un libro sobre el vuelo de noche", el que será finalmente Vuelo Nocturno, publicado a su regreso en Francia, en 1931



En junio de 1930 se perdió en la cordillera su compañero Guillaumet, durante una tormenta. Por días y días, Saint Exupéry sobrevoló los Andes buscándolo o buscando alguna señal de él.

Nadie quería acompañarlo en una excursión por tierra, ya que la sabiduría de los baqueanos dice que los Andes, en invierno, no devuelven a los hombres.

Escribe, entonces, en una carta imaginaria a su amigo, que luego formará parte de su libro Tierra de Hombres:

"...Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio,dentro de una catedral de nieve..."

Increíblemente, después de cinco días de errar, el piloto fue encontrado sano y salvo. La historia de su travesía heroica en la cordillera, escuchada tantas veces por Saint Exupéry, está contada con lujo de detalles y poesía, en el mismo libro que mencionamos, Tierra de Hombres.

En el año 1931 Saint Exupery se casó con la escritora Consuelo Suncín viuda de Carrillo,salvadoreña nacionalizada argentina y regresa a Francia , concluyendo su paso por Argentina, y en su patria se dedica a escribir, pues la empresa para la cual volaba estaba en quiebra.
Su unión matrimonial, que se alargó durante quince años, fue muy turbulenta, por la profesión de piloto, su gusto por la vida bohemia como artista y escritor y sus incontables amantes. Todo ello los distanció.



Pese al corto tiempo que permaneció en Argentina -escasos 18 meses– la experiencia de la Aeropostal. Argentina quedó como un grato e imborrable recuerdo en el piloto-escritor.

Así se lo confiesa en una carta dirigida a quien lo reemplazara en el cargo de jefe de tráfico, Rufino Luro Cambaceres, en donde evoca con afecto y nostalgia su paso por nuestro país.

Dice “Mi partida de su país y de la Aeropostal Argentina ha sido para mi más dura y me ha apenado mucho más de lo que usted podría imaginar. No hay en mi vida período alguno que prefiera al que he vivido con ustedes.
En la Aeropostal, aunque sufríamos fuertes pérdidas de intereses particulares, vivíamos en paz. No se si he contribuido en algo a que ignoráramos los pequeños dramas humanos y no nos perdiéramos en discusiones estériles o si ello se ha debido sólo a vuestra salud moral y a vuestra pureza de corazón; pero sé perfectamente, que he creído con todas mis fuerzas en usted y que usted nunca me ha decepcionado.
¡Cuantos y cuantos recuerdos del trabajo común! Los viajes al Sur, la construcción de la línea, los vientos de Comodoro, las fatigas, las inquietudes y las alegrías que he compartido con usted.
Me encontraba en la Argentina como en mi propio país. Me sentía un poco vuestro hermano y pensaba vivir largo tiempo en medio de vuestra juventud tan generosa...”


Durante la Segunda Guerra Mundial escapó a la ciudad de Nueva York, pero volvería poco más tarde para volar junto a las fuerzas aliadas en un escuadrón instalado en el área del Mediterráneo.

Tiene nuevamente la posibilidad de volar en una escuadrilla de reconocimientos fotográficos, tarea que desempeña de 1943 hasta el 31 de julio de 1944, día en que realiza su último vuelo; cuando la misión concluye y la escuadrilla regresa, falta el avión de Saint Exupery; pasa el tiempo, pero es inútil esperar, se lo da por desaparecido.

Desaparición

El 31 de julio de 1944, durante una misión de reconocimiento destinada a preparar el desembarco en Provenza, en el sur de Francia, Saint-Exupéry a bordo del avión Lockheed Lightning P38 (conocido también como F-5), había partido pocas horas antes de Borgo, en la isla de Córcega, cuando los radares dejaron de ver el avión que pilotaba y nunca más se supo de él, cubriendo para siempre al escritor y piloto de un halo de misterio y romanticismo.


En 1998, un brazalete de plata fue encontrado por un pescador al este de la isla de Riou, cerca del lugar de la desaparición en la costa de Marsella e identificado como perteneciente a Saint-Exupéry: estaba grabado con los nombres de su esposa y sus editores, Reynal & Hitchcock, y estaba enganchado a una pieza de tela de su traje de piloto.

En abril de 2004 el Departamento de Investigaciones Arqueológicas Submarinas francés confirmó que los restos del avión extraídos en octubre de 2003 de la zona donde se encontró el brazalete pertenecían al avión de Saint Exupéry.

A esta conclusión se llegó después de comprobar que el número de matrícula de los restos corresponden con el del escritor según los archivos de la USAF.

Las piezas recuperadas fueron decapadas, limpiadas. Sobre un panel de la caja del turbo compresor, localizada en la viga izquierda del avión, los investigadores descubrieron, según su informe, «una serie de cuatro cifras aisladas y grabadas manualmente»: 2734, seguidas por la letra «L», que significa «left».

Se trata, según el informe, «del número de fabricación que el constructor de aviones Lockheed inscribía en sus aviones al lanzar su fabricación en una cadena de montaje».

Este número civil correspondía, en la tabla de concordancia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, a la matrícula militar 42-68223, o sea la del avión de Saint-Exupéry.

Pese al hallazgo, las razones por las que el avión de Saint-Exupéry se estrelló eran un misterio (se habían barajado que lo hubiesen derribado, que hubiese perdido el control, un fallo mecánico, problemas de oxígeno o un ataque cardíaco)
hasta marzo de 2008.

En 2008 un piloto alemán llamado Horst Rippert confesó al diario francés La Provence que fue quien derribó el avión en el que desapareció, en 1944, Saint-Exupéry.

El militar de 88 años declaró:
«Pueden dejar de buscar. Fui yo quien abatió a Saint-Exupéry» y agregó
«Fue después cuando supe que se trataba del escritor. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos».

Ha explicado el hoy octogenario Rippert, que tras la Segunda Guerra Mundial fue periodista en la cadena de televisión ZDF.

"Es inútil seguir buscándolo. Lo abatí yo", volvió a agregar Rippert.

El anciano ex piloto alemán contó su versión de los hechos a los autores de un libro de próxima publicación en Francia titulado "Saint-Exupery, el último secreto".

El piloto alemán llevaba dos semanas de servicio en la costa sur de Francia cuando en la mañana del 31 de julio de 1944 identificó un «Lightning 38» y se dirigió hacia el aparato.

Según el relato que ha hecho, Rippert siguió al avión francés y le alcanzó con varios impactos, tras lo cual vio que caía sobre las aguas, pero no se percató de qué había ocurrido con el piloto.

En el sexagésimo aniversario de la muerte de Saint-Exupéry, se realizaron dos ceremonias conmemorativas en Marsella y en el aeropuerto de Bastia en Córcega, cercano al lugar donde ocurrió la muerte y el último despegue del aviador respectivamente; se colocaron flores y se celebró una misa a la que asistió un familiar del aviador.

Aunque no siempre autobiográfico, el trabajo de Saint-Exupéry fue inspirado en gran medida por su experiencia como piloto en sus vuelos postales.
Una excepción es Le Petit Prince (El principito), su libro más famoso, un relato poético ilustrado en el cual él se imagina varado en medio del desierto, donde conoce al principito, un niño proveniente de un pequeño asteroide.



Vuelo Nocturno

Vuelo nocturno (Vol de nuit en su original francés) es un relato del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry publicado en diciembre de 1930.

El libro fue presentado por André Gide, que escribió el prefacio, y conoció un éxito considerable (las ventas de Vuelo nocturno se estiman hoy en día en 6 millones de ejemplares en todo el mundo). El jurado del Premio Femina otorgó su premio en 1931 a esta obra, cuando Saint-Exupéry cumplía los treinta años.

El relato es premonitorio del trágico fin de Saint-Exupéry a través de una misión de reconocimiento a finales de la Segunda Guerra Mundial.


Trama:
El piloto Fabien afronta una violenta tormenta en el cielo de Argentina. En Buenos
Aires, Ravière, su patrón, medita en su oficina. La esposa de Fabien se encuentra
muy inquieta sobre el estado de su marido.
Detrás de una pintura de la organización franco-venezolana Aeropostal, la obra trata de la problemática del héroe para quien toda acción revela lo absoluto.
La fuerza del hombre heroico es de borrarse frente a este absoluto.
Pero el hombre valora a la humanidad por los efectos de su acción. Frente a la solicitud, él asume este significado.



Obras destacadas
El principito (1943)
El aviador (1926)
Piloto de guerra (1942)
Correo del Sur (1929)
Vuelo nocturno (1931)
Tierra de hombres (1939)

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_nocturno"

Fuente: www.chubut.org.ar y "La Nación"

http://es.wikipedia.org/wiki/Antoine_de_Saint-Exupery

Más sobre Antoine De Saint Exupery

Fundación A. Saint Exupery (en francés)
Saint Exupery - Web oficial (en francés)
Antoine de Saint-Exupéry - Wikipedia


Una anécdota en una vida. Una inspiración del aviador y escritor en tierras de Entre Rios-Argentina.
Cabe recordar que Saint Exupéry fue pionero en los vuelos aeropostales en Argentina, hay anécdotas muy interesantes de sus vuelos en Patagonia y su pericia contra los fuertes vientos de la zona.
En uno de sus relatos, contó cuando debió bajar por un desperfecto en la máquina cerca del Castillo de San Carlos, en Concordia: "Había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas", dijo luego de descubrir allí a "dos niñas enigmáticas y maravillosas"...


*En esta ventana, está el cuento OASIS y la leyenda del castillo.






OASIS

Por Antoine de Saint-Exupéry

Tanto os hablé del desierto que antes de seguir hablando de él me gustaría describir un oasis. La imagen que tengo de él no está perdida en el fondo del Sahara. Pero otro milagro del avión es que os sumerge directamente en el corazón del misterio.


Erais un biólogo, estudiando, tras el tragaluz, el hormiguero humano; consideráis, fríamente, esas ciudades asentadas en la planicie, en el centro de los caminos que se abren en forma de estrella y las alimentan, a la manera de arterias, con el jugo de los campos. Pero una aguja ha temblado en un manómetro y esa verde espesura se ha vuelto un universo. Sois prisionero de un césped en un parque adormecido.

No es la distancia lo que mide el alejamiento. La pared de un jardín de nuestra casa puede encerrar más secretos que la Muralla China, y el alma de una niña está mejor protegida por el silencio, que lo están los oasis saharianos por el espesor de las arenas.

Me referiré a una breve escala en alguna parte en el mundo. Era cerca de Concordia, en Argentina, pero hubiera podido ser en cualquier otro lugar: de tal modo está difundido el hemisferio.

Había aterrizado en su campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas. Elviejo Ford en el cual rodaba, no ofrecía nada de particular ni tampoco la familia que me había recogido.

-Pasará usted la noche en nuestra casa.
Pero en un recodo del camino se descubrió, a la luz de la luna, un bosquecillo y detrás de esos árboles, una casa. ¡Qué cosa extraña! Compacta, maciza, casi una ciudadela. Castillo de leyenda que ofrecía, al trasponer el porche, un refugio tan apacible, tan seguro, tan protegido como un monasterio.


Entonces aparecieron dos muchachas. Me consideraron gravemente, como dos jueces apostados en el umbral de un reino prohibido. La más joven hizo una mueca de enojo y castigó el suelo con una varilla de madera verde. Una vez presentado ellas me tendieron sus manos en silencio, con un aire de curioso desafío, y desaparecieron.
Estaba divertido y encantado a la vez. Todo ello era simple, silencioso y furtivo
como la primera palabra de un secreto.
-!Eh! ¡Eh!, son salvajes, dijo sencillamente, el padre.
Y entramos.

Me atraía, en el Paraguay, esa hierba irónica que muestra la nariz entre el pavimento de la capital y que, de parte de los invisibles bosques vírgenes, llega a
ver si los hombres mantienen aún la ciudad, si no ha llegado la hora de sacudir un
poco todas las piedras. Me atraía esa forma de deterioro que no expresa sino una
riqueza demasiado grande. Pero aquí quedé maravillado.
Pues todo estaba ruinoso, y lo estaba adorablemente, a la manera de un viejo árbol cubierto de musgo al que la edad ha resquebrajado un poco, a la manera del banco de madera donde les enamorados van a sentarse desde hace diez generaciones. Los revestimientos de madera estaban gastados, los batientes estaban raídos, las sillas patizambas. Pero si aquí no se reparaba nada, en cambio se limpiaba con fervor. Todo estaba pulcro, encerado, brillante.

El salón adquiría un rostro de extraordinaria intensidad como el de una anciana con arrugas. Yo admiraba todo: las grietas de las paredes, las desgarraduras en el techo y, por encima de todo, ese piso hundido aquí, bamboleándose allá, como una pasarela, pero siempre bruñido, barnizado lustrado. Curiosa casa, pues no evocaba ninguna negligencia, ningún abandono, sino un extraordinario respeto.

Cada año añadía, sin duda, algo a su encanto, a la complejidad de su rostro, al fervor de su atmósfera amiga, como por lo demás a los peligros del viaje que era
preciso emprender para pasar de la sala al comedor.
¡Atención!
Era un agujero. Se me hizo observar que en semejante agujero me hubiese roto,
fácilmente, las piernas. Nadie era responsable de ese agujero: era la obra del tiempo. Tenía un aspecto muy de gran señor, ese soberano desprecio por toda excusa. No se me decía: "Podríamos tapar todos esos agujeros, somos ricos, pero..." No se me decía tampoco -lo que sin embargo era verdad- ''A la ciudad alquilamos esto por treinta años. Le compete a ella repararlo. Todos nos empecinamos..." Se desdeñaban las explicaciones y tanta soltura me encantaba.
A lo más se me hizo observar:
-!Eh! ¡ Eh!, está un tanto descalabrado...
Pero ello con un tono tan ligero que yo sospechaba que mis amigos se entristecían poco ante el hecho. ¿Se imaginan ustedes a un equipo de albañiles,de carpinteros, de ebanistas, de revocadores instalando, en semejante pasado,su sacrílega utilería y rehaciéndonos en ocho días, una casa que uno nunca hubiera conocido y donde uno se creería de visita? ¿Una casa sin misterios, sin rincones, sin trampas bajo los pies, sin escondrijos? ¿Una especie de salón municipal?

De un modo muy natural habían desaparecido las jóvenes en esa casa de prestidigitación. ¡Cómo debían ser los desvanes cuando el salón contenía ya las
riquezas de un granero! ¡Cuando ya se adivinaba que de la menor alacena entreabierta caerían paquetes de cartas amarillas, recibos del bisabuelo, más llaves que cerraduras existen en la casa y de las cuales ninguna, con seguridad, correspondería a cerradura alguna. Llaves maravillosamente inútiles que confunden la razón y que hacen soñar con subterráneos, con cofres enterrados, con luises de oro.

¿Pasamos a la mesa, si gusta usted?
Pasamos a la mesa. Aspiraba, de una a otra pieza, esparcida como incienso, ese olor de vieja biblioteca que vale por todos los perfumes del mundo. Y sobre todo me atraía el transporte de las lámparas. Verdaderas lámparas pesadas que se acarreaban de una pieza a la otra, como en los más profundos tiempos de mi infancia y que movían, en las paredes, maravillosas sombras. Se alzaban, con ellas, ramilletes de luz y palmas negras. Luego, una vez en su sitio las lámparas, se movilizaban las playas de claridad y esas vastas reservas de noche, en derredor, donde crujían las maderas.


Las dos jóvenes reaparecieron tan misteriosamente, tan silenciosamente como se habían desvanecido. Se sentaron a la mesa con gravedad. Sin duda habían alimentado a sus perros, a sus pájaros, abierto sus ventanas a la noche clara y gustado en el viento de la noche el olor de las plantas. Ahora, al desplegar sus servilletas, me vigilaban con el rabillo del ojo, con prudencia preguntándose si me clasificarían o no en el número de sus animales familiares, pues ellas poseían también una iguana, una mangosta, un zorro, un mono y abejas. Todos ellos viviendo entremezclados, entendiéndose maravillosamente, componiendo un nuevo paraíso terrestre. Reinaba sobre todos los animales de la creación, encantándolos con sus manecillas, alimentándolos, dándoles de beber y contándoles historias que, desde la mangosta a las abejas, todos escuchaban.

Y yo me esperaba ver a dos jóvenes tan vivaces poniendo en juego todo su espíritu crítico, toda la finura de que eran capaces para formular un juicio rápido, secreto y definitivo sobre el ser masculino que las enfrentaba. En mi infancia mis hermanas atribuían, del mismo modo, notas a los invitados que por primera vez honraban nuestra mesa. Y cuando la conversación decaía se escuchaba, repentinamente, en el silencio, resonar un:
-!Once!
Del cual nadie, salvo mis hermanas y yo, gustaba el encanto.
Mi experiencia de ese juego me turbaba un poco. Y yo me sentía más molesto al sentir tan despiertos a mis jueces. Jueces que saben distinguir los animalitos que engañan de los animales ingenuos; que saben leer en los pasos del zorro si está o no de humor abordable, que poseen un grandísimo conocimiento de los movimientos interiores.
Amaba esos ojos tan agudos y esas almitas tan rectas, pero cómo hubiera preferido que ellas cambiasen de juego. Sin embargo, bajamente y por miedo del "once" yo les alcanzaba la sal, les servía vino, pero encontraba, al alzar "la mirada, su dulce gravedad de jueces que no se venden.

Hasta la misma lisonja hubiera sido inútil: ellas ignoraban la vanidad. La sanidad pero no el hermoso orgullo. Y pensaban de sí mismas, sin mi ayuda, mejor de lo que me hubiera atrevido a decir. No pensaba siquiera en extraer prestigio de mi oficio pues es también audacia el trepar hasta las últimas ramas de un plátano y ello simplemente para controlar si la nidada de pájaros crece sin tropiezos y para saludar a los amigos.
Y mis dos silenciosas hadas vigilaban siempre tan bien mi comida, con tanta
frecuencia hallaba sus miradas furtivas, que cesé de hablar. Se produjo un silencio
y durante el mismo algo silbó ligeramente sobre el piso, murmuró bajo la mesa y luego se calló. Alcé una intrigada mirada. Entonces, sin duda, satisfecha de su
examen pero usando de la última piedra de toque y mordiendo el pan con sus jóvenes dientes salvajes, la menor me explicó simplemente con un candor con el cual confiaba, por lo demás, dejar estupefacto al bárbaro si acaso yo era uno de ellos:

-Son las víboras.

Y se calló, satisfecha, como si la explicación hubiera debido bastar a cualquiera
que no fuera demasiado tonto. Su hermana lanzó una rapidísima mirada para juzgar mi primer movimiento y ambas inclinaron sobre sus platos los rostros más dulces e ingenuos del mundo.

- !Ah!...son las víboras...

Naturalmente que se me escaparon esas palabras. Aquello se me había deslizado por mis piernas, había rozado mis pantorrillas y eran las víboras.

Felizmente para mí, sonreí. Y sin forzarme, pues las jóvenes lo hubiesen descubierto. Sonreí porque estaba alegre, porque esta casa me gustaba,decididamente, más a medida que pasaban los minutos y porque yo también experimentaba el deseo de saber algo más acerca de las víboras. La mayor vino en mi ayuda:

-Ellas tienen su nido en un agujero bajo la mesa.

-Alrededor de las diez de la noche vuelven -añadió la hermana. Cazan de día.

A mi vez, a hurtadillas, miré a las jóvenes. Su finura, su risa silenciosa detrás de
los rostros apacibles. Y admiré esa realeza que ejercían...

Ahora, sueño. Todo ello está muy lejano. ¿Qué se ha hecho de esas dos jóvenes? Sin duda se han casado. Pero entonces ¿han cambiado? Es muy serio pasar del estado de muchachas al de mujer. ¿Qué hacen en una casa nueva?
¿Qué se ha hecho de sus relaciones con las hierbas locas y las serpientes?

Estaban mezcladas a algo universal. Pero llega un día en que la mujer se despierta en la joven. Una sueña con otorgar, finalmente, un diecinueve. Un diecinueve pesa en el fondo del corazón. Entonces se presenta un imbécil. Por primera vez la aguda mirada se equivoca y se ilumina con bellos colores. Al imbécil, si dice versos, se lo cree poeta. Se piensa que comprende los pisos agujereados, se cree que ama a las mangostas. Se cree que lo halaga la confianza de una víbora que cimbrea bajo la mesa entre las piernas. Se le entrega el corazón que es un jardín salvaje, a él, que sólo ama los parques cuidados. Y el imbécil lleva, en la esclavitud, a la princesa. (*)


(*) Fuente: Antoine de Saint-Exupéry, "Oasis", en Tierra de hombres, Buenos
Aires, Editorial Troquel, pp.60-66, 1959.









2)-EL CASTILLO DE SAN CARLOS

Historias del castillo San Carlos-Entre Rios-Argentina

EDUARDO DE MARCHY-Un personaje de leyendas

**-Flia.FUCHS BALÓN Y SAINT-EXUPÉRY

*-Un personaje de leyendas, que se llamo Eduardo De Marchy. La crónica familiar cuenta que la decisión de enviar a Eduardo a estos lares, surge de un conflicto creado cuando el mismo presenta una hermosa mujer y se casa con ella; de profesión artistas, que trabajaba en los escenarios parisinos. Esto enfadó mucho a toda la familia, ya que la señorita no estaba dentro de la misma clase social que los De Machy, y por ello “no” la aceptaron como una integrante mas de la familia.
Pero Eduardo era un aventurero, y amaba viajar y conocer lugares. Fue por ello que acepta realizar este viaje. Lo hace en una embarcación propia acompañado por su esposa, y con fastuosos atuendos y maletas. Arriban al puerto de Concordia y se alojan momentáneamente en el hotel mas elegante de la ciudad, el Gran Hotel Colón, que se había inaugurado años anteriores, y de ahí empezaron a relacionarse con las autoridades y personajes mas destacados del pueblo.
Haciéndose conocido, trata de buscar un terreno para comprarlo y construir su propia mansión, donde instalaron su vivienda y centro operativo de las actividades que vino a realizar en este lugar. Después de tanto andar, y recorrer lugares, descubre un predio con ondulaciones en el terreno, una vegetación muy tupida sobre la costa del río, y decide averiguar quien era su propietario para hacer el negocio. Se contacta con su dueño y compra 100 has donde elige la lomada mas destacada para construir su casa con unos planos que había traído de Francia, e hizo una replica de ella en este lugar. La construcción de la misma comenzó en el año 1886, terminando la obra para el 1888, año en que se mudan y habitan la lujosa mansión. La casona fue construida con materiales traídos de distintas partes de Europa, usando solamente del lugar, la piedra lavada extraída de la costa del río Uruguay, que sirvió para los cimientos y el revestimiento completo de la parte exterior de la casa. El hierro T de trocha media que usó para la contención de la obra, fue comprado en Inglaterra; la madera de los pisos y del revestimiento de las paredes, la compraron en Alemania; la casa tuvo calefacción central por medio de hogares o estufas de mármol de Carrara que vinieron desarmadas desde Italia, y usaron un material refractario traído desde Francia para la unión de los ladrillos; también la casa, tuvo arañas de cristal, revestimiento de terciopelo en las paredes, cuadros importantes, mobiliario tallado y traído desde París, y otros elementos destacados. Lo mas importante que le instalaron a la casa, fue un sistema de iluminación a gas, que se distribuía a través de cañerías, desde una maquina que fue colocada en la parte inferior de la misma, y que por sus características era un adelanto para la época, en esta zona. Otro de los elementos que sorprendió, fue su sistema de agua corriente, los sanitarios móviles (cajoneras con bidet de mármol). La cocina no estaba dentro de la casa, sino que alejada, a unos 260 mts, donde hoy se encuentra el Jardín Botánico de la ciudad. Poseían dos carruajes para transportarse, uno de diario y otro de gala; y
mandaron a construir un carro especial para trasportar la comida desde la cocina hasta la mansión. Su vida fue muy ostentosa, ya que ellos estaban acostumbrados a estas comodidades por que las tenían en Francia, pero para la gente del lugar fue todo un asombro y es por ello que le dieron el nombre de Castillo o Palacio a la mansión, por sus dimensiones y por sus adelantos. Arquitectónicamente es una casa de campo de estilo Luis XV, una neta campiña francesa. Eduard no se ocupo mucho de los negocios ni los proyectos que tenia que desarrollar en la zona, pero si impulso una vida social muy importante; realizaba fiestas para sus amigos, y participaba de todo acontecimiento que se llevaba a cabo en la ciudad.
Lejos de concretar sus planes, vive en la casa solo tres años, y junto con su esposa deciden volverse a Francia, un domingo de octubre de 1891 desaparecen, sin dar explicaciones. Solo se llevaron sus vestimentas y algunas pertenecías, dejando todo lo de valor en la mansión, pensando volver algún día. La casa siguió siendo propiedad de los franceses, luego fue alquilada a varias familias, hasta que fue vendida a la Sociedad Rural de Concordia, quien ocupa la vivienda muy poco tiempo.
En el año 1929 es adquirida por la Municipalidad de Concordia, quien compra la mansión y los terrenos para luego darla en alquiler a una familia francesa, los
Fuchs Balón, por un contrato de varios años.

**-LOS FUCHS BALÓN Y SAINT- EXUPÉRY

Los Fuchs eran una familia muy particular, integrada por el matrimonio y tres hijos,
se instalaron en la mansión para vivir en ella una historia que quedara grabada en el recuerdo.
De características muy finas, y de gustos exuberantes, tenían también una atracción por los animales, ya que eran hacendados y se dedicaban a ellos con mucho esmero. Pero en la casa tenían otros animales, lejos de ser domésticos, ellos adquirieron un zorro del monte, un mono, abejas, mangostas, una iguana, y serpientes, los que fueron domesticados para que puedan habitar en estos terrenos fastuosos de vegetación.
Sus hijos, un varón y dos niñas, eran los encargados de estos animales, los cuales tenían sumo cuidado y atención. De vida muy salvaje, amaban observar los movimientos y manifestaciones de todos ellos, que cuidaban y alimentaban.
La señora Fuchs, concertista de piano y profesora de francés, a parte de ocuparse de las tareas de su hogar, también cultivaba rosas para embellecer los jardines de la casa.
Mario, el hijo mayor, se dedicaba a estudiar y acompañar a su padre en los trabajos del campo. Las niñas por el contrario, disfrutaban de esta vida en contacto con la naturaleza. Edda tenía en ese momento 9 años y Susanne 14, ambas amantes de las cabalgatas, salían diariamente a recorrer la zona. Un día, haciendo su recorrido habitual, ven una avioneta que aterrizó en un campo lindero a la casa, y con mucha curiosidad se acercan al lugar para investigar quien era este intrépido aviador que se animó a descender en estas cercanías.
Al aterrizar, una de las ruedas del avión se quebró al hundirse en una cueva de vizcacha y casi inmediatamente aparecieron en la escena las dos jóvenes: rubias, hermosas, casi niñas, al galope. Al llegar hasta el avión vieron la torpeza del piloto y musitaron entre ellas una grosería, pero en francés; ¡Que tonto este hombre! ¡No vio la cueva! Este aviador era Antonie de Saint Exupery, un excelente piloto francés que andaba sobrevolando la zona.
Todavía no era escritor, solo volaba, y fue contratado por la Aeroposta francesa
para trabajar en la Argentina, delinear rutas aéreas y desarrollar el transporte
aeropostal. La empresa lo destino a realizar un vuelo de reconocimiento para delinear la ruta entre Buenos Aires y Asunción del Paraguay; cuando pasó por las
tierras de San Carlos, vio un campo llano y decidió aterrizar para descansar con su avioneta.
Después de su aterrizaje accidentado se encuentra con las dos niñas,a Saint Exupery se le abrió el cielo de repente cuando las escuchó hablar en Francés, de esta forma se vincula con la familia Fuchs y acepta quedarse en elcastillo de San Carlos, hasta que le arreglaran su avioneta.
Saint Exupery era un hombre alto, robusto, con movimientos de oso, nariz corta y respingada, ojos saltones, y un mirar semidormido. Medía casi dos metros de altura y apenas podíaentrar en la carlinga de los aviones.
Enamorado del cielo y el desierto, cuando no volaba, escribía. Con una grandeza espiritual y muy intelectual, despertó en las niñas una admiración muy peculiar la que fue compartida, ya que el se sintió seducido por la vida de ellas, casi adolescentes, que se desempeñaban de forma muy diferente a los niños de la ciudad. Fue atrapado por sus travesías, sus historias y juegos. Descubre en ellas a dos princesitas que le enseñaron a valorar cosas que hasta ese momento, no había aprendido.
El contacto con esa casona y esta familia, le dan la posibilidad de percibir la magia que envolvía el lugar, y es lo que cautivó completamente a Saint Exupery.
En 1932, ya en Francia, Saint Exupery escribió una nota periodística en una revista de París con un título sugerente: “Las princesitas argentinas”. Resulta inevitable asociar su experiencia entrerriana con la fábula infantil que lo haría famoso en el planeta. Un esbozo de “El Principito” con esas dos chicas que eran muy especiales, sobre todo con la impresión que le causó Edda. También refleja exactamente lo vivido en esta experiencia, en el capitulo “Oasis” del libro Tierra de Hombres, donde dice:
“Había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas; fue en un campo, cerca de Concordia en la Argentina”escribirá años después.
El piloto volvería varias veces a ese lugar, al encuentro de sus “amigos deliciosos” que “vivían en un castillo de leyenda, una casa donde se aspiraba como incienso ese
olor de vieja biblioteca que vale por todos los perfumes del mundo”.
Cada vez que pudo contó y recordó con sus amigos esta experiencia inolvidable, y siempre mantuvo en su mente a esas dos princesitas que le permitieron descubrir un mundo nuevo,lleno de valores y esencias que enriqueciera su alma con mucha fuerza, hasta el último día de su vida.
La familia Fuchs permaneció en el castillo hasta cumplir con su contrato con la Municipalidad, en el año 1935 se fueron a vivir a una estancia que adquirieron y se trasladaron con todos sus animales. Nunca mas supieron de su amigo pero siempre lo recordaron.


El texto pertenece al trabajo realizado por el Prof. Héctor Fabián Rivero, publicado por la Municipalidad de Concordia.

http://www.turismo530.com/noticia_ampliada.php?id=5303

Imágenes y datos tomados de Internet

http://www.temakel.com/osolarscarlos.htm



Una curiosidad:

Una foca en la Gálería Guemes

http://www.clarin.com/ciudades/foca-Galeria-Guemes_0_637136368.html

En los registros de inquilinos de la famosa Galería Güemes, en el centro porteño, no figura su nombre ni el tiempo en que estuvo allí. Es lógico: en 1930 ¿quién iba a tener en cuenta los datos de un cachorro de foca, instalado en la bañera de un departamento y rodeado de agua enfriada con barras de hielo? Al animal lo habían traído en avión desde el Sur y el hombre que alquilaba el departamento 605, en el sexto piso, lo tenía como su excéntrica y curiosa mascota.

Ese hombre era el francés Antoine de Saint-Exupéry. Sí, el autor de El Principito , un clásico de la literatura mundial.

La anécdota es una más de las tantas de esa construcción que, en diciembre de 2015, cumplirá su primer centenario. Inaugurado el 15 de diciembre de 1915, al monumental edificio (que fue el más alto de Buenos Aires), se accede tanto por Florida 165 como por San Martín 170.

Saint-Exupéry vivió allí entre noviembre de 1929 y enero de 1931. Y si bien rechazaba el movimiento y la vida en las grandes ciudades, la elección del lugar de residencia tenía un motivo: a 50 metros de la galería, en una de las ochavas de Diagonal Norte y Florida, estaba la sede de Aeropostal, la empresa encargada que transportaba correspondencia al sur argentino, iniciando así las rutas aerocomerciales a esa región. El francés, junto con otros colegas, fue uno de los audaces pilotos de la empresa.Dicen que la presencia del cachorro de foca en la bañera de aquel departamento de dos ambientes y un baño (actualmente es una oficina cuyos inquilinos usan poco y por eso está casi siempre cerrada) motivó protestas de los vecinos, en especial por el olor que generaba el animal. Pero no todo lo que produjo Saint-Exupery en ese lugar fueron problemas. También escribió Vuelo nocturno , un libro que publicaría en Francia en 1931, donde contaba su fascinación por volar de noche en la inmensidad del cielo de la Patagonia, guiado sólo por las estrellas.También, seguramente, algunas noches habrá subido al mirador de la Galería, por su estrecha escalera caracol de hierro. Está a 80 metros de la calle y desde allí se puede ver Colonia, en la orilla uruguaya, y la costa de Quilmes.

Dicen que en poco tiempo más, el mirador se habilitará a los visitantes. Además de sus brillantes bronces, algo que también llama la atención es el nombre de la galería. Pero ese homenaje tiene relación con el lugar en el que habían nacido Emilio San Miguel y David Ovejero, los dueños del terreno en el cual se levantaría el rascacielos. Ambos eran salteños y así recordaron a Martín Miguel de Güemes, histórico defensor de la frontera norte en las guerras por la Independencia.

De la Galería Güemes se pueden escribir cientos de textos que mencionen su calidad arquitectónica, diseñada por el italiano Francisco Gianotti (el mismo de la actualmente abandonada Confitería Del Molino), o que aludan a las figuras que la frecuentaron, como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y un cantor aficionado conocido como Carlos Gardel. También se pueden descubrir otras curiosidades, como la actividad y el talento que desarrolla allí el famoso coro Arax, que pertenece a la Asociación Amigos de la Música Armenia y que dirige el maestro Jean Almohuian. Con casi 55 años de actividad, el coro no sólo interpreta música de la cultura armenia. También incluye obras de todo el mundo.

Pero esa es otra historia.

Copiado textual -enlace al artículo-

http://www.clarin.com/ciudades/foca-Galeria-Guemes_0_637136368.html

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12 de julio de 2008

Luis Chamizo-El Miajón de los Castúos-Prólogo

Una breve aclaración de mi parte.
En el año 1972 concurría a un taller de dibujo y pintura, allí pasé maravillosos e inolvidables momentos y conocí personas encantadoras; entre ellas había una señora con la cuál establecí una hermosa amistad, nos gustaba caminar al salir del taller y hablar de libros y música.
Me prestó para que leyera un libro que ella amaba, lo leí y despertó en mi una ternura indescriptible. Guardé imágenes de ese libro que son imborrables para mi, particularmente de "La nacencia".
Estos días me vino una frase y volvió a mi mente. Lo busqué y lo encontré íntegro, hermoso y emotivo como lo recordaba.
Por eso es que decidí copiarlo y guardarlo aquí.
Es uno de los libros más hermosos que leí.

Es una copia textual que encontré en


http://es.wikisource.org/wiki/El_Miaj%C3%B3n_de_los_Cast%C3%BAos





El Miajón de los Castúos
de Luis Chamizo



Extraído del libro de versos EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS de Luis Chamizo publicado por vez 1ª en el año 1921.
Nótese que el texto está escrito en un dialecto extremeño, (el castúo), de ahí su peculiar ortografía.







EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS
(RAPSODIAS EXTREMEÑAS)


(En esta página)
ÍNDICE Dedicatoria
Compuerta

Consejos del tío Perico

El noviajo (Parte 1)
La experencia (1)
El porqué de la cosa (1)
La nacencia (1)
El chiriveje
(1)


El desconcierto (Parte 2)
Semana Santa en Guareña
(2)

Del fandango extremeño (2)
La juerza d'un queré (2)
La viña del tinajero
(2)





DEDICATORIA
A la memoria de mi padre:
un hombre honrado
que trabajó mucho y amó
mucho.

el autor









PRÓLOGO-COMPUERTA
CONSEJOS DEL TÍO PERICO

PRÓLOGO
Pocos meses hace que vino a verme un pariente queridísimo e ilustre en quien admiro el entendimiento y la virtud: el jurisperito y notario de Don Benito, D. Victoriano Rosado Munilla. El objeto de esa visita era presentarme a un poeta recién nacido en las artes por espontáneo impulso del propio brío. Este poeta había escrito poesías muy bellas y había tenido un acierto singularísimo: el de hallar en el lenguaje de los extremeños de la provincia de Badajoz palabras, giros, temas de energía y de originalidad asombrosos. No ocultaré que temía encontrarme con una de estas glorias locales que pocas veces fructifican.

Comenzó el joven a recitar, y a los pocos momentos se había apoderado de mi ánimo, porque en verdad os digo que el novel ingenio posee dos cualidades eminentes y dominadoras: la originalidad y la vehemencia expresiva, y aumentaba el interés de estas composiciones el estar escritas en el decir, un tanto bárbaro y fiero, de la gente de Extremadura, el de haberse adueñado el compositor del estilo arrogante y bravo de sus pasiones, el haber inventado, en fin, un nuevo modo de belleza en las letras. Y la emoción fue aumentando según recitaba más y más poesías el poeta. También me dijo canciones a la moderna, en puro estilo castellano, pero yo preferí las otras, las en que nuestro idioma ha sido troceado por una raza que, hallándose entre Castilla y la Bética, participa de ambas modalidades étnicas y dice lo que siente con energía poderosa y siente lo que ha dicho con violencia amenazadora. Esa condición extremeña está prodigiosamente representada en estas poesías de Luis Chamizo, que es el poeta de quien hablo.

Los idiomas van modificándose según los grados geográficos. Apenas viajéis unas horas hallaréis las diferencias. Quien se meta en el tren expreso de Andalucía para ver la primera luz matutina en Despeñaperros, ya encuentra en el modo de vocear el mozo de la estación o los viajeros acentos distintos de los de Castilla la Nueva. Y así va el vocablo cambiando de sonoridad y tal vez de sentido.
Nada tan curioso como este estudio de la palabra a través de los kilómetros de una expedición. Diríase que no es el hombre el que habla, sino la tierra, el medio ambiente. La tradición, las costumbres, el paisaje... Así que el que intentara reducir todas las formas idiomáticas a un solo concepto, erraría gravemente, porque ni el amor, ni el odio, ni el negocio, ni la amistad, ni la polémica, ni la concordia, se expresan de igual suerte en Valladolid que en Sevilla. Y ello no es sino la prueba de que la naturaleza se impone y de ella surge todo, quieran o no quieran los doctos.
En lo que atañe a los extremeños, es evidente que ellos han cambiado el decir buscando dos modalidades diversas; la energía y la delicadeza. Para dar a la palabra fuerza sustituyen unas consonantes por otras. Para darle suavidad mimosa y tierna operan del mismo modo. Y así el vocabulario se enriquece, adquiere matices inesperados y produce la impresión que importaba. Maravilla del ingenio de los pueblos, que de tal manera saben vestir su pensamiento con la indumenta que conviene. Sobran aquí las casacas .bordadas y los vuelillos de encaje, lo que hace falta es la ruda zamarra, el calzón de estezado, la polaina de piel de cabra, la monteruca hirsuta y iodos los demás detalles del labriego, del venador, de los que guardan piaras en la montanera. Haría falta en quien estudiase lo que apenas indico y casi ni esbozo, una competencia lingüística extraordinaria y una agudeza de observación por la que se interese y nos interese a los demás de qué modo se realiza esta mudanza. Es que el hombre troquela nuevamente la palabra, recorta un podadlo de la moneda, imprime en ella una nueva figura para que circule entre la aceptación común de la raza.

El señor Chamizo ha acertado, reconstituyendo la emoción y el parlar del pueblo en que ha nacido, allá en un lugar de la "crasa" Extremadura.

Porque semos asina, semos pardos,
del coló de la tierra,
los nietos de los machos que otros días
trunfaron en América.


Así dice el cantor de la recia Extremadura en un lindo prólogo con que encabeza este libro. Y en verdad que fue afortunado el recuerdo de los trágicos antepasados, los que realizaron en América prodigios que parecen inventados y que aún no han sido descritos sino por el acaso y con intenciones no siempre plausibles ni veraces. Añadiré que las poesías de Chamizo, las palabras que él saca de la conversación del pueblo, el sentir de éste, expresado a maravilla en su tosquedad ruda, nos explica aquellos casos de Hernán Cortes y de los Pizarro, así como de los otros que les acompañaron y siguieron en las epopeyas inmortales. Los que fueron capaces de esas epopeyas habían de hablar con un poder que desgarra los labios, escogiendo las palabras más enérgicas, adobándolas de suerte que aún tuviesen mayor energía... Y esos hombres, que fueron el máximo de la potencialidad luchadora, tuvieron luego en sus amores la dulzura meliflua.
Ved cómo el gran caudillo enamora a doña Marina, ved cómo el mayor de los Pizarro acaricia al fiel pajecillo, el que le lleva la coracina y la espada. Esos diminutivos de ternura que florecen en el hablar extremeño son la fórmula que el contraste pedía con la rudeza violentísima de los otros vocablos.

No cabe en estas páginas sino la indicación de los temas, porque, aparte de no hallarme yo preparado para estudio semejante, he de ser breve y aún tengo algo que decir acerca del autor de este libro.
Sabed que Luis Chamizo es ocasionalmente poeta y fundamentalmente tinajero. Es decir, que su verdadero oficio en la sociedad es construir, allá en sus talleres de Guareña, recipientes para el aceite y para el vino. Es toda una historia familiar que yo quiero que quede aquí apuntada. El padre de Chamizo comenzó su vida pobremente. Era un hombre bueno, era un hombre valeroso. Dios le había concedido una luminosa mentalidad, y sin estudios, sin maestros, entregado a sí mismo, fue levantándose hasta conseguir una fortuna y el respeto de sus convecinos. De él sí que puede decirse que quería romper los moldes. Y trabajó porque la tinaja ventruda se estilizase, podríamos decir si yo me atreviese a emplear esta palabra que me es poco simpática, y se adaptara a las realidades del almacenamiento. ¿Qué razón ha podido haber para que la tinaja ocupe lanío sitio con su panza y tan poco con su pie y con su boca? ¿Es que la runflante calidad de los poetas antiguos había servido de modelo y de inspiración a los que fabrican estos recipientes? Yo he consultado a un maestro de la cerámica y él me ha dicho:
"Es que la orza, el puchero, el jarro, fabricándose sobre el disco giratorio del alfarero, había de seguir el movimiento de las manos, que oprimían abajo, iban abriéndose más arriba y tornaban a juntarse en lo alto."

Claro que éste es un modo de ser poético de la alfarería, y que no se burlen los solemnísimos maestros de la observación que hago. Cuando el poeta Herrera nos asombraba con la majestad de su estilo, hasta los más ignorantes soldados, al marchar por la Rúa, puesta la mano izquierda en el pomo de la espada, iban marcando en su espaciado marchar la rima del vate sevillano. Influye de tal modo el genio sobre las muchedumbres, que hasta el que no sabe leer al maestro recibe de él la inspiración. Así, la gente popular madrileña en los días de la gloria de Lope, enamoraba, reñía, trataba de sus asuntos con el concepto agudo y galano del inquieto y genial Fray Félix.

Bien podemos los académicos esforzarnos en limpiar, fijar y dar esplendor al léxico. En último recurso, no hemos de ser sino los que organicemos lo que el pueblo hace, lo que el pueblo dictamina, y demos forma pragmática a lo que el pueblo resuelve. Quedamos, pues, en que la tinaja oronda fue una fórmula del casticismo antiguo y que Chamizo el padre, el inventor de la tinaja cilíndrica, fue un revolucionario.

Pues ved cómo el autor de este libro, el feliz tinajero de Guareña, mientras sus máquinas laboran, mientras los obreros que él dirige se esfuerzan, allá en un cuartito de su casa escribe. Escribe copiando la manera de hablar de sus operarios. Y viaja el poeta para vender sus tinajas, y anda por las montaneras y por las dehesas, y pernocta a las veces en las chozas pastoriles, y se satura del espíritu racial en la conversación de los mercados. Y luego, de todo este caudal de ideas, de sentimientos y de frases expresivas, él realiza el empeño noble que la Providencia le ha confiado: el de convertir en páginas perdurables lo que de otra suerte quedaría en el olvido. Y además dignifica, ennoblece, cubre de gloría esas maneras de la actividad espiritual de su pueblo, y hoy, cuando los bien entendidos otorguen a Chamizo su aplauso, como yo se lo otorgo/ deberán sentirse alegres y contentos los hombres de la montanera, los labriegos de la Extremadura, los que el poeta ha sacado a la luz del aplauso en sus pasiones y en sus quereres, recios como la encina, luchadores como los que crearon su antiguo linaje:

Y sus dirá tamién cómo palramos
los hijos d'estas tierras,
porqu'icimos asina: jierro, jumo
y la jacha y el jigo y la jiguera.

Y ésta es una cadencia en que Chamizo anuncia su programa.

Cada uno de los poemas que forman este libro significa una modalidad espiritual de las composiciones extremeñas. Chamizo llama al conjunto de sus versos El miajón. de los castúos, esto es, la esencia, el jugo, el tuétano de una raza... ¡El miajón...!

Palabra feliz, prodigiosamente hallada entre tantas, así como es felicísima la otra con que el título se completa... ¡los castúos! Los que constituyen la entraña de un pueblo, los guardadores de ¡o castizo, conservan y defienden la majestad intangible de una estirpe. Y acreditan el valor de ésta en las palabras y en los usos y en los trajes.
En el estío anterior me encontraba yo en Llanes, la ilustre villa asturiana, y asistí a la danza típica de los llaniscos y pensaba: "Ésta es una raza." Y poco antes había estado en Sevilla y había visto bailar a las niñas garridas del Betis la sevillana entre los repiqueteos de las castañuelas, con el honesto y limpio andar de los pies menudos sobre la alfombra de la tienda..., ésta es otra raza. Y así recogiendo las impresiones diversas de una nación tan varia en sus modalidades, es como se comprende la grandeza nacional.

¡El miajón de los castúos!... Véase cómo ahora surge a la consideración de los curiosos una nueva manera del estilo, el que predomina en una dilatada región española.
El poeta Chamizo tiene el secreto de la expresión brava. Tiene también el secreto de la expresión tierna. Los que leáis este libro no quedaréis defraudados. Lo que os afirmo es que no lo podréis leer con tranquilidad, porque salían de aquí para allá las vehemencias, surgen de improviso las audacias expresivas. Todo es grande, fuerte, potentísimo...
El libro de Chamizo no es de los que se dejan dormir en la estantería de la biblioteca. Quien comience la lectura, la continuará y la dará fin y no se olvidará más de ella.

Con esto he dicho todo lo que tenía que decir, porque no cabe elogio mayor para quien traza líneas con su pluma en las cuartillas, que la certeza de que esas líneas van a vivir en muchas memorias y van a excitar muchos ánimos. Así es como una fama nace. Y por eso he querido yo escribir este prólogo.
Porque os advierto que yo he solicitado de Chamizo el iniciar su obra con mis palabras. Quiero añadir a mis antiguos descubrimientos el del tinajero de Guareña, el que ha descubierto una modalidad literaria española, el que no olvida su oficio, el que heredó de su padre. Y así, al padre le dedica este libro con una frase bella:
"A la memoria de mi padre: un hombre honrado que trabajó mucho y amó mucho." Y ésta es la honra de un hombre. Ser heredado por quien le engrandece, por quien le continúa, por quien le bendice y le adora después del tránsito...



JOSÉ ORTEGA MUNILLA.




COMPUERTA
Corre'l tren retumbando por los jierros
de la vía. Retiemblan
los recios arcornoques qu'esparraman
al reor del troncón las hojas secas.
Juyen las yuntas cuando'l bicho negro,
silbando, traquetea.
S'esmorona un terrón, y el jumo riñe
con las ramas d'encinas que l'enrean...

Vusotros qu'ajuís pa no sé onde,
no queändo'n los jierros ni las juellas;
vusotros qu'asomaos a las ventanas
guipáis las foscas y arrogantes jesas
y las jondas colás con sus regachos
y la tierra e labor enjuta y seria
donde rumian su pan unos gañanes
del coló de la tierra.

Vusotros qu'atendéis a las lerturas
y séis tan sabijndos de las cencias
que quizás nus larguéis de carrerilla
y en romances jazañas extremeñas
que los nuestros ejaron sin contaglas
endispués de jaceglas.

Vusotros, los que vais drento del bicho
que juyendo retumba y traquetea,
¿no sentís al pasá junto por junto
al mesmo corazón de nuestras tierras
argo asín com'argún juerte deseo
que s'eschanguen del chisme toas las rueas
pa queäros aquí, junt'a nusotros,
pa endurzá una mijina nuestras penas,
pa rumiá nuestro pan y p'ampaparos
en la sal del süor que nus chorrea?

Vusotros qu'atendéis a las lerturas
sin queär en los jierros ni las juellas,
qu'asina como'l tren vais por la vida,
retumbando y depriesa...

Si n'os podéis pará, meté pal bolso
este cacho e libreta,
y al pasá por aquí mirá pal cielo,
y endispués pa la tierra,
y endispués de miranos con cariño,
prencipiar a leegla;
porqu'ella sus dirá nuestros quereles,
nuestros guapos jorgorios, nuestras penas,
ocurrencias mu juertes y mu jondas
y cosinas mu durces y mu tiernas.

Y sus dirá tamién cómo palramos
los hijos d'estas tierras,
porqu'icimos asina: jierro, jumo
y la jacha y el jigo y la jiguera.

Y tamién sus dirá que semos güenos,
que nuestra vida es güeña
en la pas d'un viví lleno e trebajos
y al doló d'un viví lleno e miserias:
¡el miajón que llevamos los castúos
por bajo e la corteza!

Porque semos asina, semos pardos,
del coló de la tierra,
los nietos de los machos que otros días
trunfaron en América.




CONSEJOS DEL TÍO PERICO
No me jimples, no me jimples, mocosina;
no t'enfusques ni me fartes al respeto,
no reguñas, Carnación, ni esparrataques
esos ojos cuando yo te dé un consejo.

Esos ojos qu'otros días me miraban
chiqueninos, entornaos, zalameros
y hora miran rencorosos y asustaos
del sentir que llevas drento
y de l'honra de tu casta que derrumban
ese jambre que tú tienes de dinero
y ese orgullo mardecío, porque sabes
qu'eres guapa, más que toas las del pueblo.

Ya ie ije qu'el noviajo s'ha eschangao,
que no quiero yo jarones, que no quiero
ni las jesas, ni las yuntas, ni los miles
mal ganaos por el padre de Nocencio;
qu'el süor que nuestras frentes esparraman
pa ganar el cacho pan que nos comemos
jiede a sangre corrompía si es que güerve
a nusotros del arcón del usurero.

No me jimples, no reguñas; no te casas
con el hijo del tío Bruno, no consiento
qu'esta cara tan bonita qu'han bruñío
estos labios con la juerza de sus besos
jasta hacegla reluciente como el oro
de la tarde, cuando el sol se va del cielo,
te s'empringue con el vaho de los süores
ya podríos encerraos en el cuerpo
sin que chupen las esponjas del trebajo
la carroña creminal de su veneno.

Semos probes, hija mía, porque icen
que son probes los que no tienen dinero;
semos probes, semos probes, ¡qué sé yo!,
eso icen de nusotros, icen eso.
Quiero un hombre de rïanos, que te quiera,
quiero un hombre con agallas de los nuestros,
d'esos hombres que dispiertan las gallinas
cuando salen con los burros del cabresto,
y en el campo despabilan las alondras
agachás entre los surcos del barbecho,
qu'esparraman sus chilríos d'amor cuando
viene el sol agateändo por los cerros
y s'ajuyen las neblinas y s'apagan
las estrellas y la luna y los luceros.

Quiero un hombre sin fanfarrias que te iga
los sentires que se jinchan mu p'adrento,
jasta cuando que revientan en paliques
que los ojos arrebuscan en el suelo.

Quiero un hombre, quiero un hombre d'estos hombres
ya curtíos por el frío del invierno,
y tostaos por el sol del meyodía,
y bañaos po las aguas de febrero,
y besaos po la luna cuando duermen
en las eras, junt'al trillo, cara'l cielo.
Qu'estos hombres son los machos d'una raza
de castúos labraores extremeños
que inorantes de las cencias de los sabios
las jonduras d'otras cencias descubrieron
cabilando tras las yuntas
en la pas de los barbechos.

Ellos saben que la tierra labrantía,
seria, llana y arrogante'n los recuestos,
es la jembra que mantiene muchos hijos
con la juerza de la savia de sus senos;
y es la madre, y es la novia y es la hermana
del gañán que, con calor de macho en celo,
la colmara de cuidiados,
la regara con süores de su cuerpo,
la labrara con cariño,
derramara por sus surcos el granero
y supiera conformarse cual cristiano
cuando Dios, dende los cielos,
pa probá si eran mu jondas sus querencias,
malograra sus esfuerzos.

Qu'estos hombres qu'al amor de sus terruños
ayuntaron el sentir de sus adrentos,
despreciando la pereza sin descanso
de los hijos poltronaos del dinero,
con la juerte calentura de su gloria
que manó del corazón a sus celebros,
conquistaron pa los reyes de su Patria
los Peruses y los Méjicos,
y llenaron de pinturas sus iglesias,
y parlaron su sentir en los Congresos,
y cantaron la belleza de sus campos,
y elevaron sus plegarias a los cielos,
y murieron orgullosos por la causa
de las santas libertades de su pueblo...

Son asina los cachorros de la raza
de castúos labraores extremeños,
que, inorantes de las cencias d'hoy en día,
cavilando tras las yuntas, descubrieron
que los campos de su Patria
y la madre de sus hijos, son lo mesmo.



http://es.wikisource.org/wiki/El_Miaj%C3%B3n_de_los_Cast%C3%BAos





La continuación de este libro está en El Miajón de los Castúos 1

http://arimtienezafirosypiedrasenelzapato.blogspot.com/2008/07/el-miajn-de-los-castosprimera-parte.html

Y la segunda y última parte en:

http://arimtienezafirosypiedrasenelzapato.blogspot.com/search/label/Luis%20Chamizo


El Miajón de los Castúos obtenido de

"
http://es.wikisource.org/wiki/El_Miaj%C3%B3n_de_los_Cast%C3%BAos"