27 de octubre de 2009

Correos y telecomunicaciones - Julio Cortázar




Una vez que un pariente de lo más lejano llegó a ministro, nos arreglamos para que nombrase a buena parte de la familia en la sucursal de Correos de la calle Serrano. Duró poco, eso sí. De los tres días que estuvimos, dos los pasamos atendiendo al público con una celeridad extraordinaria que nos valió la sorprendida visita de un inspector del Correo Central y un suelto laudatorio en La Razón. Al tercer día estábamos seguros de nuestra popularidad, pues la gente ya venía de otros barrios a despachar su correspondencia y a hacer giros a Purmamarca y a otros lugares igualmente absurdos. Entonces mi tío el mayor dio piedra libre, y la familia empezó a atender con arreglo a sus principios y predilecciones. En la ventanilla de franqueo, mi hermana la segunda obsequiaba un globo de colores a cada comprador de estampillas. La primera en recibir su globo fue una señora gorda que se quedó como clavada, con el globo en la mano y la estampilla de un peso ya humedecida que se le iba enroscando poco a poco en el dedo. Un joven melenudo se negó de plano a recibir su globo, y mi hermana lo amonestó severamente mientras en la cola de la ventanilla empezaban a suscitarse opiniones encontradas. Al lado, varios provincianos empeñados en girar insensatamente parte de sus salarios a los familiares lejanos, recibían con algún asombro vasitos de grapa y de cuando en cuando una empanada de carne, todo esto a cargo de mi padre que además les recitaba a gritos los mejores consejos del viejo Vizcacha. Entre tanto mis hermanos, a cargo de la ventanilla de encomiendas, las untaban con alquitrán y las metían en un balde lleno de plumas. Luego las presentaban al estupefacto expedidor y le hacían notar con cuánta alegría serían recibidos los paquetes así mejorados. «Sin piolín a la vista», decían. «Sin el lacre tan vulgar, y con el nombre del destinatario que parece que va metido debajo del ala de un cisne, fíjese». No todos se mostraban encantados, hay que ser sincero.

Cuando los mirones y la policía invadieron el local, mi madre cerró el acto de la manera más hermosa, haciendo volar sobre el público una multitud de flechitas de colores fabricadas con los formularios de los telegramas, giros y cartas certificadas. Cantamos el himno nacional y nos retiramos en buen orden; vi llorar a una nena que había quedado tercera en la cola de franqueo y sabía que ya era tarde para que le dieran un globo.

Julio Cortázar-

escritor e intelectual argentino. Nació con el nombre de Jules Florencio Cortázar en Bruselas (Bélgica) el 26 de agosto de 1914 y falleció en París (Francia) el 12 de febrero de 1984.

Se le considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, comparable a Jorge Luis Borges, Antón Chéjov o Edgar Allan Poe, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren una autonomía y una profundidad psicológica pocas veces vista hasta entonces.

Vivió buena parte de su vida en París, ciudad en la que se estableció en 1951, en la que ambientó algunas de sus obras, y donde finalmente murió.


Julio Cortázar

Nacimiento:
26 de agosto de 1914
Bandera de Argentina Embajada argentina en Ixelles, Flag of Belgium (civil).svg Bélgica

Defunción:
12 de febrero de 1984(69 años)
Bandera de Francia París, Francia

Seudónimo:
Julio Denis (en sus dos primeros libros)

Ocupación:
Escritor, profesor, traductor

Nacionalidad:
Bandera de Argentina Argentina Bandera de Francia Francia

Género:
Novela, cuento, poesía, prosa poética, microrrelato(Procemas y meopas, como solía llamarlos él)







22 de octubre de 2009

Las apariencias...


"El aspecto o parecer exterior de alguien o algo"
"cosa que parece y no es"..."No todo lo que reluce es oro"; "El hábito no hace al monje"...bla, bla...


"De vez en cuando la vida, nos gasta una broma, y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un clavo sentados, sobre una calabaza", diría Serrat

¿Qué pasó Noel?...¿Se movió el piso?

Lección N° 1-
Las apariencias engañan.
Algunos dicen que:"Las apariencias no engañan, colocan a cada cual en su lugar". ¿?
Las falsas apariencias son como los edificios, tarde o temprano se derrumban...
Sea como sea, gatito, no todo es lo que parece ser y una piedra es una piedra y esa cosa en donde te acostaste a dormir al sol... ¡es una tortuga!
¡Sorpresa!

...tampoco es lo que esperabas para comer, pero es lo que hay y aunque la apariencia no te engañe esta vez, vas a poner la mejor buena voluntad...¿no es verdad, michifuz?


¡Caramba!...sigue el frío y la primavera que se niega a venir


ya se que no te lo crees y que la botella de Coca Cola con agua caliente no se parece en nada a tu mamá, pero michi...igual da calorcito y no es que quiera engañarte... sólo se trata de vivir.

Las cosas no siempre son como parecen o como debieran ser...entonces se hace lo que se puede y se espera a que vengan tiempos mejores.

Venga michi, vamos a escuchar a Serrat y a prestar mucha atención a las Lecciones de Urbanidad

Cultive buenas maneras
para sus malos ejemplos
si no quiere que sus pares
le señalen con el dedo.

Cubra sus bajos instintos
con una piel de cordero.
El hábito no hace al monje
pero da el pego.

Muéstrese en público cordial,
atento, considerado,
cortés, cumplido, educado,
solícito y servicial.

Y cuando la cague, haga el favor
de engalanar la boñiga.
Que, admirado, el mundo diga
Que lindo caga el señor!"

Hágame caso y tome ya
lecciones de urbanidad.

Tenga a mano una sonrisa
cuando atice el varapalo.
Reparta malas noticias
envueltas para regalo.

Dígale al mundo con flores
que va a arrasar el planeta.
Firme sentencias de muerte
pero con buena letra.

Ponga por testigo a Dios
y mienta convincentemente.
Haga formar a la gente
pero sin alzar la voz.

Que a simple vista no se ve
el charol de sus entrañas.
Las apariencias engañan
en beneficio de usted.

Hágame caso y tome ya
lecciones de urbanidad.

Cultive buenas maneras
donde esconder sus pecados.
Vista su mona de seda
y compruebe el resultado.

Que usted ser lo que sea
-escoria de los mortales-
un perfecto desalmado,
pero con buenos modales.

Insulte con educación,
robe delicadamente
asesine limpiamente
y time con distinción.

Calumnie pero sin faltar
traicione con elegancia
perfume su repugnancia
con exquisita urbanidad


Joan Manuel Serrat, Lecciones De Urbanidad

"La vida te la dan pero no te la regalan. La vida se paga por más que te pene. Así ha sido desde que Dios echó al hombre del Edén, por confundir lo que está bien con lo que le conviene." Serrat

Michi, esto te lo explico cuando seas más grande, mejor no...y no creo que puedas entender, además no son cosas para gatos.



8 de octubre de 2009

El candil de la nona

por Mamerto Menapace


Ha quedado en mi recuerdo como uno de esos objetos sin edad.

Como si a fuerza de estar y de alumbrar, hubiera logrado vencer el tiempo y permanecer.

Era una lámpara antigua de bronce. Tampoco podría afirmar, al revivirla hoy en mi recuerdo, si lo que la adornaba eran dibujos o simplemente arrugas con las que la vida y los acontecimientos habían ido ganándole un rostro.

Tenía ese noble color del bronce, y la capacidad de alumbrar en silencio.

Era una lámpara con pie. Cuando se la encendía, se la colocaba siempre en el centro de la mesa familiar. De ahí que su recuerdo lo tengo acollarado a las noches de invierno. Porque en verano vivíamos a la intemperie, y entonces no se usaba la lámpara, sino un farol que se colgaba de las ramas del árbol del patio.

Pero la lámpara de bronce tenía esa rara cualidad de crear la intimidad. Objeto quedado, de entre miles de objetos idos, la vieja lámpara de bronce parecía haber asumido en lo más íntimo de sí su propia soledad, y quizá fuera de allí de donde sacara esa misteriosa fuerza para crear la comunión.

Cuando entrada la noche se encendía la lámpara, parecía que su luz quieta hiciera crecer a su alrededor el silencio, y no sé qué misterio viejo. Mirando su llamita, los niños dilatábamos las pupilas, y quietos de cuerpo y alma, remábamos tiempo adentro. Hacia esa época legendaria en que grandes vapores llenos de inmigrantes avanzaban por el mar hacia nosotros. En uno de ellos había venido a desembarcar en nuestra mesa aquella lámpara.

Entre nosotros su luz creaba esa misteriosa realidad de hacernos sentir con raíces, viniendo de un tiempo viejo. Sabíamos que en otros tiempos su luz había alumbrado fiestas bulliciosas; que en ocasiones había creado la sombra precisa para ocultar una mirada furtiva; y que su llama había mantenido la luz necesaria para alimentar las confidencias.

En aquellos tiempos viejos, quizá había sido en las noches de la llanura la única respuesta de luz en leguas a la redonda, para el diálogo de nuestros abuelos con las estrellas.

No la sentíamos vieja. Porque intuíamos que había superado el tiempo. De la misma manera no nos atrevíamos a llamar vieja a una fruta madura. Madura de alumbrar, había terminado por asumir la vida en sí misma. Uno sabía que esa madurez de vida era el combustible que le permitía seguir alumbrando quieto.

Porque tenía una rara manera de alumbrar sin hacer ruido: tenía una luz mansa.

Aparecía entre nosotros a eso de la oración; y su presencia en la mesa familiar convertía en liturgia esos ritos primordiales de partir en cada plato la polenta humeante y el guiso oscuro y fuerte.

Cuando luego de unos años de ausencia volví a mi familia, la vieja lámpara ya no estaba allí con su color bronce y su luz mansa. Pero su ausencia seguía creando ese hueco de silencio familiar.

El candil de la nona fue en mi vida uno de esos objetos vivientes que me enseñaron que los humanos también tenemos raíces.


*Hay objetos, situaciones, personas… que nos hablan más allá de lo que son, porque nos hablan al corazón, con un lenguaje "sacramental".

por Mamerto Menapace, publicado en La sal de la tierra,
Editorial Patria Grande



El padre Mamerto Menapace, Abad del monasterio benedictino de Los Toldos en Azul, provincia de Buenos Aires. El silencio del monasterio y su origen pueblerino hacen de Mamerto Menapace un monje simple, abierto.
Con sus 38 libros entre cuentos, fábulas, poemas, llegó a varias generaciones con su ameno mensaje espiritual y es un referente de lectura para los jóvenes . A más de 30 años de su primer libro, sigue siendo un monje de poncho y mate que no deja de anunciar el Evangelio con humor.


http://www.buenasnuevas.com/recursos/cuentos/cuento-6.htm



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5 de octubre de 2009

Mercedes se fue de gira...quedó La Negra

Hoy despedimos a Mercedes, ella se fue de gira, y nosotros que no sabemos estar solos, nos quedamos con La Negra.


La Negra está en muchas cosas nuestras, algunas son de otros tiempos, pero los memoriosos (por no decir de otra manera) guardamos algunas y también recuerdos.
Entre las cosas que guardo con especial cariño, están estos LP, desde entonces, cuando salieron a la venta, los conservo.



Uno de estos tiene su historia. Había una disquería (así le llamábamos), que cuando recibía novedades me avisaban y al salír de la oficina pasaba por ese lugar y me llevaba lo que me agradara.
Una tarde paso a buscar un LP de Mercedes, lo acababan de recibir, lo retiro y salgo, en la puerta me cruzo con dos hombres que entraban, llevaban planillas y había otro en una camioneta.
A la tarde siguiente me dicen de la disquería que apenas salí esos hombres retiraron todo el material de Mercedes Sosa, por que estaba prohibida la venta de ese LP.
Me alegré de tenerlo, el paso siguiente era pasarlo a los amigos para que lo pudieran grabar y pasarlo a su vez a otros. No había que ser egoísta.
De la misma manera pude tener temas de ella y de otros artistas que corrían la misma suerte. La música seguía sonando, no debían callar los cantores...

Creo que fue este, no recuerdo bien, pudo haber sido cualquiera de los otros.


La Negra se queda con nosotros, como siempre estuvo y hasta cuando no andaba por acá, pero la sentíamos presente...igual que hoy.




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