25 de octubre de 2008

Hay historias...

palabras que surgen un sábado por la noche...



No es sólo la parte de mi historia que no se ha de borrar...
Tenemos una historia compartida que vivimos y perdura,
extraña y propia... como todas las historias.
Hay un presente con inquietudes y misterios que late
y tenemos poemas, canciones, recuerdos, instantes...
que nos unen y nos enlazan.
Sé que estoy muy dentro tuyo,
que anido en tu interior y me complace ese lugar...es mi lugar.
Vos vivís en mi, sos parte de mi...¿Cómo explicarte lo que siento?
si al mirarme en el espejo de mi misma siento que soy un Yo...
con un Vos dentro...
dos en uno en mi sangre y en el pensamiento.
Que por este Vos en mi Yo,... en mí tengo latidos.
Nos inventamos y nos hicimos a la medida de nuestra soledad,
con la altura y el peso justo...con las ansias y las necesidades
cumplidas y satisfechas.
Nos dimos lo que necesitamos y cuanto
y cuando lo necesitamos, sin ataduras...sin reproches.
Una historia como tantas y como ninguna, porqué es nuestra, sólo de los dos.
No te preocupes, no te angusties...no me lastimaste.
Hay historias que no se pueden cambiar, tal vez ni haya un por qué.
Nació de forma inesperada, caprichosa... como suele pasar y
nos tomó desprevenidos, no sé tampoco quién buscó a quién...
ni si nos buscamos, o sólo llegamos puntuales y nos amamos.
Nos amamos a nuestro modo y sin seguir recetas ni consejos,
a lo loco, a lo bruto...con la desesperación del hambriento,
nos bebimos los mares con la insensatez del sediento.
Con algo de imprudencia y de incoherencia a veces...
con mucho de necesidad y entrega, abandonados a la suerte.
No sabemos como es el mañana...nadie lo sabe,
no hay esquemas ni planes a perpetuidad, no hay eternidad.
Me regalaste una promesa...que no sé si me interesa ni me cabe.
No te debo secretos, ya te los entregué todos, guardo algunos silencios.
Tenemos una colección de silencios que no son secretos,
la obviedad a veces se disfraza con canciones y poemas.
Puedo borrar todo lo escrito, es decir, todo lo he borrado,
y seguirá quedando en la piel y en la memoria.
Crees ciegamente en mi, lo sé... y sos mi credo.
Somos un universo de dos, vos...yo... y el resto,
independientes del mundo aunque inmersos,
Sólo somos dos...y muchas veces sólo uno.
Te amo de este modo...
de una manera irracional tal vez,
ni tiene caso que me lo pregunte,
es el modo en que me nace y
estrené para vos desde que te conozco.



17 de octubre de 2008

Raúl González Tuñón


A 103 años del nacimiento de Raúl González Tuñón.


Fueron sus maestros la calle y la gente, la aventura del “gran viaje hacia la verdad que es la vida”. Por eso estuvo más cerca de los humildes y los olvidados, y muy lejos de “la falsa querella de las generaciones”, según sus biógrafos

Raúl González Tuñón (1905 / 1974) nació y murió en Buenos Aires. Fue uno de los más importantes poetas argentinos del siglo XX.
“Amigo de las gentes, de las mujeres amantes y del vino, una suerte de François Villon criollo, cantor de las tabernas, las grandes fiestas y duelos e insurrecciones populares”, según lo definió Pedro Orgambide.

Su residencia en París lo llevó a reflejar su bohemia en La calle del agujero en la media.


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LA CALLE DEL AGUJERO EN LA MEDIA

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad
y la mujer que amo con una boina azul.
Una calle que nadie conoce ni transita.
Yo conozco la música de un barracón de feria,
barquitos en botella y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.


Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni el affiche gastado del grotesco armazón
telaraña del mundo para mi corazón.
Ni las luces que siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas y de brazo tendidos.
Tenía unos pocos sueños iguales a los sueños
que acarician de noche a los niños queridos.
Tenía el resplandor de una felicidad
Y veía mi rostro fijado en las vidrieras
Y en un lugar del mundo era un hombre feliz.


¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios
y muñecas de trapo con alegres bonetes
y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verdura con colores alegres?
Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte y
feliz como una rama de viento de primavera.


El ciego está cantando. Te digo, amo la guerra.
Esto es simple, querida, como el globo de luz
del hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe vagabunda.
Alegres en lo alto de una calle cualquiera,
alegres las campanas con una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en la media
sale el sol y se llena todo el cuarto de sol.


Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Sólo yo voy por ella con mi dolor desnudo,
sólo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir: Yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.







POEMAS

COSAS QUE OCURRIERON EL 17 DE OCTUBRE

El automóvil se lanzó a la carrera con un ronquido impresionante.

El Intendente visitó esta tarde los barrios obreros húmedos y rencorosos.

A los 20 años sólo creíamos en el arte, sin la vida, sin la revolución.

Volveremos a las usina, al olor de la multitud y los descarrilamientos.

A las 5.7 estalló una bomba frente al Banco de Boston.

A las 5.17 el tranvía cayó al Riachuelo.

El Restaurant Reis queda en Río de Janeiro.

¿Nise o Nice, se llamaba la mujer de Mario Magalhaes?

El tranvía escapaba por el morro la oruga tierna, luminosa.

Pero al fin se dio vuelta en el recodo y se perdió.

Y así se perdió y así se pierde casi todo en el mundo.

Cuando volví mis viejos compañeros habían desaparecido.

Los niños juegan en la alfombras y ellos no saben nada;
por los ojos les entra la página del Veo y Leo.

(“¡Fuego, fuego! La casa se quema. Vienen los bomberos”).

Los enanos juegan en los calveros de los grandes bosques.

HA hecho de mi querida una verdadera camarada.

Me bebo un seco de Gordon, bailo un blues, me enamoro de algunas chimeneas
y me río de los millonarios.


El pobre hombre dijo cuatro palabras y cayó muerto acribillado.

El coronel entregó personalmente 5 pesos a cada soldado.

Le habían dicho: “Mañana, al alba, será usted fusilado”.

Los otros condenados aullaron agarrados a las rejas.

Tres niñas de la Sociedad van a ser presentadas al Príncipe de Gales.

El Parque amaneció cubierto de preservativos.

Josefina II ha pasado recién como un silbido.

Se acercará al muelle y las lindas muchachas bajarán, de sombrilla.

¡Qué macanudo!

(“¡Fuego, fuego! La casa se quema. Vienen los bomberos.”

“Sofá. Cama. Sopa. Cada nabo soso. La bola va sola.”)

El hombre fusilado debe estar ya medio destruido en la Chacarita.

América Scarfó le llevará flores, y cuando estemos todos muertos muertos,

América Scarfó nos llevará flores.

Nota:
América Scarfó, Fue la compañera de Severino Di Giovanni. El anarquista fusilado por el dictador golpista Uriburu. El 1º de febrero de 1931

***************


ESCRITO EN UNA TRASTIENDA

En todos los puertos del mundo
descansa la noche
sobre los navíos oscuros
y reza su rosario de lunas
el viejo lobo curtido y silencioso.
Palomas de las músicas vagabundas
picotean los fanales encendidos.
Tu recuerdo ha hecho hueco en mi mano sin luz.
Ah, llegar a tu cabellera rubia como a un puerto final.


Atracan los astros
y detrás de los grandes murallones de sombras
luces multicolores se roban las miradas
y las estrellas son afónicas
como la voz de la violinista tuberculosa
cuya tos en el bar es obligatoria.
El alcohol anda en zancos y las mujeres canallas
Pasean su olor a polvo y su cansancio.


En todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.


Hasta muy cerca de los navíos
salen los patios
y entran por los oídos de los marinos.
Un sabor dulce, un amargo sabor.
En todos los puertos del mundo
hay vagabundos como yo
que asoman al asombro lejano
el corazón, como un barquito en la mano.


Hay una calle, larga borrachera,
pedazos de noche dispersada
y cuando llega el alba roja y con su clarín
revuela pájaros alucinados,
en todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.

***************


LLUVIA
a Amparo Mom

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados.
Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos
que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la
lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura
de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos
visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los
ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y
estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro
apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible
resurrección.

Te quiero con toda la ternura de la lluvia.

Te quiero con toda la furia de la lluvia.

Te quiero con todos los violines de la lluvia.

Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada.


Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y
las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble,
pero tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el
destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea
del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa,
que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo
seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo
siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al
caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar
sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los
automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de
nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.

La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y
acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima,
recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia.
Oh, generosa.

**********

En La rosa blindada trasmite la honda impresión que le produjo la represión de una huelga de mineros en Asturias, España.

LA LIBERTARIA(de La rosa blindada)

A la memoria de Aída Lafuente,
muerta en la cuenca minera de
Asturias, Madrid, 1935

Estaba toda manchada de sangre,
estaba toda matando a los guardias,
estaba toda manchada de barro,
estaba toda manchada de cielo,
Estaba toda manchada de España.

Ven, catalán jornalero, a su entierro,
ven, campesino andaluz, a su entierro,
ven a su entierro, yuntero extremeño,
ven a su entierro, pescador gallego,
ven, leñador vizcaíno, a su entierro,
ven, labrador castellano a su entierro,
no dejéis solo al minero asturiano.

Ven, porque estaba manchada de España,
ven, porque era la novia de Octubre,
ven, porque era la rosa de Octubre,
ven, porque era la novia de España.

No dejéis sola su tumba del campo
donde se mezclan el carbón y la sangre,
florezca siempre la flor de su sangre
sobre su cuerpo vestido de rojo,
no dejéis sola su tumba del aire.

Cuando desfilan los guardias de asalto,
cuando el obispo revista las tropas,
cuando el verdugo tortura al minero,

Ella, agitando su túnica roja,
quiere salir de la tumba del viento,
quiere salir y llamaros hermanos
y renovaros valor y esperanza
y recordaros la fecha de Octubre
cuando caían las frutas de acero
y estaba toda manchada de España
y estaba toda la novia de Octubre
y estaba toda la rosa de Octubre
y estaba toda la madre de España.

****************


ECHE VEINTE CENTAVOS EN LA RANURA
(de El violín del diablo)

A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes y de lámparas luminosa
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
El dolor mata, amigo, la vida es dura,
eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

II

Lamparillas de la Kermesse,
títeres y titiriteros,
volver a ser niño otra vez
y andar entre los marineros
de Liverpool o de Suez.

III

Teatrillos de utilería.
Detrás de esos turbios cristales
hay una sala sombría.
Paraísos artificiales.

IV

Cien lucecitas. Maravilla
de reflejos funambulescos.
¡Aquí hay mujer y manzanilla!
Aquí hay olvido, aquí hay refrescos.
Pero sobre todo mujeres
para hombres de los puertos
que prenden como alfileres
sus ojos en los ojos muertos.

No debe tener esqueleto
el enano de Sarrasani,
que bien parece un amuleto
de la joyería Escasany.
Salta la cuerda, sáltala,
ojos de rata, cara de clown
y el trala-trala-trálala
ritma en tu viejo corazón.

Estampas, luces, musiquillas,
misterios de los reservados
donde entrarán a hurtadillas
los marinos alucinados.
Y fiesta, fiesta casi idiota
y tragicómica y grotesca.
Pero otra esperanza remota
De vida miliunanochesca…

V

¡Qué lindo es ir a ver
la mujer
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire…
Nos engañaremos, no hay duda,
si desnuda nunca muy desnuda,
si barbuda nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese momento de miedo profundo…

¡Qué lindo es ir a ver
la mujer
la mujer más gorda del mundo!

VI

Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

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ALMACÉN

Las viejas cuerdas
de la guitarra honda o gemidora del
arrabal
sonaban.
Y junto al murallón en la calle más larga
y cargada de crónicas antiguas
—con olor a la hoja del último atentado—
cantaban los deseos de una moza
en la tristeza alegre y estirada de un tango.

Desde mi banco de almacén,
destrozaron pedazos de crepúsculos
las manos de mi alma.

El mozo aquel de la florcita roja
—con la oreja manchada de sangre—
requintado el sombrero y el espíritu
Era un reclamo de cortes y quebradas.

Me intimó a que bebiera.
Para no contrariarlo
me endulcé de una caña
amarga
como un cimarrón sin bombilla.

Y como no quería que se entrara
hasta mis pensamientos el camarada aquel
yo lo hice orilla
y estuve bordeando su silencio.
Bebimos más. De golpe
yo me salí a la noche
llevándome un pedazo de arrabal
inofensivo y trágico en los ojos.

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BLUES DE LOS PEQUEÑOS DESHOLLINADORES

¿Te acuerdas de los turcos vendedores
de madapolán?

¿Y de los muñecos de trapo quemados en la
noche de San Juan?

¿Te acuerdas de los pequeños deshollinadores
y de los negros candomberos

y de mí que en las tardes de lluvia
detrás de los vidrios

miraba el paisaje caído en la zanja?


¿Te acuerdas del muro del día escalado, ardido,
mordido como una
fruta?

¿Te acuerdas de María Celeste?
Pues hoy María Celeste es una
prostituta.

¿Te acuerdas de la tienda fresca, violeta, rosa
y el torcido y verde farol?
Pues Juan el Broncero es hoy
un ladrón.


¿Te acuerdas de los pequeños deshollinadores
oscuros, oscuros?
Pues hoy los pequeños deshollinadores
son hombres maduros
que gritan en las cantinas
escupen polvo en las negras fábricas
y aguardan las yiras fugaces
en los baldíos y en las esquinas.

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LOS NIÑOS MUERTOS

(“Por la Casa de Campo
y el Manzanares
quieren pasar los moros.
¡No pasa nadie!”

No pasa nadie, no,
no pasa nadie,
sólo pasa la muerte
que va a buscarles.)


Murieron como todos los niños sin preguntar de qué y por
qué morían.

A las 10 de la noche los aviones negros arrojaron bengalas
como en la verbena.

Al espía que hizo señales desde una ventana le agujerearon
el cráneo

La muerte, con traje de luces, dio varias vueltas por la
ciudad.

A las 10 y 2 minutos un estruendo redondo siguió a cada
silbido.

Los tranvías se lanzaron a la carrera y un espacial azul
agonizante.

El primer muerto falso fue un maniquí desvelado amarillo.

Todos los grifos de la ciudad fueron abiertos, todos los
vidrios se arrugaron.

El espía apretaba en su mano un plano del Museo y un
trabuco.

En las mansiones incautadas los señores de los óleos
parecían decir: “No nos dejéis”.

Los periodistas extranjeros hicieron cola para ver a la
primera señorita muerta.

Los pianos cerrados de pronto con el ruido del féretro
desplomado,

el olor del jardín mezclado al del humo y la carne
chamuscada,

el hombre que precisamente a esa hora va en busca de la
comadrona,

la estatua sin cabeza con un letrero que decía Peluquero
de Señoras,

el ladrido de los perros más solo que nunca al fondo de
los corredores,

todo pasó rápidamente, como en el cine, cuando aún se
oía el zumbido de la avispa gigante.


Los niños muertos por juguetes, asesinados por grandes
mecanos armados,

con los que ellos soñaban cada noche, fueron recogidos
al alba sin mercados,

sin máscaras sueltas, sin churros, sin canciones (fue la
primera vez),

sin caballos blancos, sin manicuras, sin timbres de relojes,
entre ambulancias,

linternas, sábanas, delegados del gobierno, funebreros y
vírgenes llorando.

La sangre de los primeros niños muertos corrió toda la
noche.

Cada niño tenía un número sobre el pecho, el 7, el 9,
el 104, el 1,

pero la sangre corrió y se hizo río y fue una sola entonces,

la primera que corrió por los canales del sobresalto y el
rencor.

En la tierra por ella regada en la noche creció la rosa
de la pólvora,

la rosa que hoy vigila las puertas de Madrid y cuando
se acerca la avispa

lanza contra ella sus furiosos pétalos junto a los hombres
que sonríen,

a nuestros bravos soldados que sonríen porque saben por
qué pelean y mueren.

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EL POETA MURIÓ AL AMANECER

Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
Dos musas, la esperanza y la miseria.


Fue un completo de su vida y su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.


Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro amigos de veras,
Los parroquianos del café,
Los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer,
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.


Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Withman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Bécquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.


Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

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LA LIBERTAD

I
De pronto entró la Libertad.

La Libertad no tiene nombre,
no tiene estatua ni parientes.
La Libertad es feroz.
La Libertad es delicada.

La Libertad es simplemente
la Libertad.

Ella se alimenta de muertos.
Los Héroes cayeron por Ella.
Sin angustia no hay Libertad,
sin alegría tampoco.
Entre ambas la Libertad
es el armonioso equilibrio.

Nosotros tenemos vergüenza,
la Libertad no la tiene,
la Libertad anda desnuda.
(Y el señor Jesucristo dijo
que el reino de Dios vendrá
cuando andemos de nuevo desnudos
y no tengamos vergüenza.)

Hermanos, nosotros sabemos,
pero la Libertad no sabe.

II
Hay que ser piedra o pura flor o agua,
conocer el secreto violeta de la pólvora,
haber visto morir delante del relámpago,
conocer la importancia del ajo y el espliego,
haber andado al sol, bajo la lluvia, al frío,
haber visto a un soldado con el fusil ardiente,
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

Viva el amor, la vida poderosa,
la muerte creadora de olores penetrantes
y eso porque uno muere y resucita,
la luz sobre los techos de la aurora,
sobre las torres del petróleo,
sobre las azoteas de las parvas,
sobre los mástiles del queso y el vino,
sobre las pirámides del cuero y el pan,
la gente retornando,
una ventana con la bandera en familiar bordado
y la exacta ambulancia, con heridos,
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

Hay que ser como el puente necesario,
natural como el lirio, como el toro,
saber llegar al fondo del silencio,
al subsuelo del brote y a la raíz del grito,
hay que haber conocido el miedo y el valor,
haber visto una mano que agita una linterna
de noche, hacia el distante nido de metralla,
hay que haber visto a un muerto cicatrizado y solo
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

III
De pronto entró la Libertad.

Estábamos todos dormidos,
algunos bajo los árboles,
otros sobre los ríos,
algunos más entre el cemento,
otros más bajo la tierra.

De pronto entró la Libertad
con una antorcha en la mano.

Estábamos todos despiertos,
algunos con picos y palas,
otros con una pantalla verde,
algunos más entre libros,
otros más arrastrándose, solos.

De pronto entró la Libertad
con una espada en la mano.

Estábamos todos dormidos,
estábamos todos despiertos
y andaban el amor y el odio
más allá de las calaveras.

De pronto entró la Libertad,
no traía nada en la mano.

La Libertad cerró el puño.
¡Ay! Entonces...
De La muerte en Madrid

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EL CEMENTERIO DE LOS TRANVÍAS
(Loria y Carlos Calvo)

En un galpón enorme -donde estuvo la fábrica-
ese armazón oscuro con el techo llovido,
cual carros amarillos que mascaritas pálidas
de extintos carnavales ahora habitarían,
duermen, esperan ¿qué? los vacíos tranvías,
esqueléticos, sucios. Los miro y los comprendo.
Como ellos, así fueron arrumbados un día,
por inservibles, hijos del bíblico dolor,
los nevados obreros, las máquinas vencidas,
los juguetes usados por niños que partieron,
los tristes jubilados y los gorriones muertos,
fotografías borrosas, viejas cartas de amor.


Una esquina en el barrio, tristona y pintoresca
como un destartalado, gris, espectral telón,
cayendo en un teatro de suburbio sombrío,
cuando todos han muerto, sin el apuntador…
Y ahí están, los saludo, la calle solitaria,
esta noche y los árboles del otoño que hablan,
con su sombra, un dialecto que sólo entenderían
Chaplin, los faroleros, las gaviotas y vos.

******************


EDGAR POE

PETER Brueghel, Iernimus Bosch, y Patinir,
Goya y Petrus Borel lo hubieran comprendido
(¿quién dijo que el delirio de la razón
engendra monstruos?).
La sociedad de los Rotarios,
los linchadores de negros y de rosas,
los verdugos de niños y de sueños
le daban asco y él bebía, ¿para olvidar?,
cuando aún no existían
las letras de los tangos tristes.

*******************


BAUDELAIRE

Fue un profeta y vislumbraba el siglo
en que la acción fuera hermana del sueño
y reinventó la poesía, una manera
de recordar que el poeta es un hombre
al que a veces agobian la incomprensión, el barro,
el alquiler, la luna.

Pero él fue poeta, inmenso como un río.
Un río puro impuro
que arrastró légamo y estrellas.

*********************


RIMBAUD

…¿Pero por qué murió allá en Marsella
tan cerca de la luz atrevida del muelle,
la Canabière, la sopa de pescado,
las rosadas mujeres de la feria
y el viejo olor que viene de los barcos
sin confesar dónde enterró la poesía
-como a un pájaro loco-, en qué baldío,
en qué lámpara pura, en qué ventana,
en qué lluvia crecida con violetas?

Donde el futuro está esperando

*******************


EPITAFIO PARA LA TUMBA DEL POETA DESCONOCIDO

Fue un poeta de su vida y de la vida.
Porque además del diálogo del hombre con su tiempo
la poesía es un estado de ánimo,
fue siempre el suyo un vago amar
y sentir y esperar no se sabe qué cosas:
y no pudo escribir ni un solo verso.

La muerte, la inquirida “Tía de las muchachas”,
Se lo llevó una tarde de azul desprevenido.
Murió de inanición, como Meg Merrillies,
la que en vez de cenar contemplaba
fijamente la luna sobre el bosque.

Tanta es su soledad que el olvido se toca

*****************


DESPUÉS DE LA MUDANZA

El niño triste mira con asombro
el patio donde había cielo.
La marca que dejó en el muro
la fotografía de la boda.

El sitio donde estuvo el piano
(su música, como la lluvia).
La ventana donde el otoño
daba su luz a los malvones.

¿Y cómo la verá un día,
vaga, distante, en el recuerdo?

La carta que cayó del mueble
como una hoja del tiempo.

*******************


LA MUERTE DE LA MUÑECA PINTADA

(“Todo el mundo está siempre tiro-
neando de una. Todos parecen querer
un pedazo de una. MARILYN MONROE.)


Todos la tironeaban.
Hollywood le arrancó el pedazo más grande.

Sólo quedaba de ella el corazón
-Un Desolado Corazón-,
la lluvia pródiga de su cabellera,
la última claridad de su mirada
y una calle de infancia y abandono.

Construida en la fábrica de sueños
se rompió como un sueño
rodando en pesadilla al césped donde yacen
los gorriones caídos y el verano.

Y fue el tocante Réquiem para una Marilyn:
Los extras acunaron la muerte de la estrella
con un terrible blues de lágrimas oscuras.

*******************


LOS SUEÑOS DE LOS NIÑOS INVENTANDO PAÍSES

“Cuando paso frente de un local don-
de exponen pinturas de niños, sigo de
largo.”

BATLLE PLANAS


Porque el niño conserva todos los libres bríos
de la invención, baraja sus monstruos increíbles
y sus enloquecidos ángeles.

La bárbara inocencia sin prejuicios de la primera pureza
y el espléndido caos, el delirio de la razón, la fantasía.

El niño es el primer surrealista.
Y crece es hombre, y sigue viviendo más no sabe
y quien lo lleva adentro así lo ignora.
A veces, de manera sutil, eso supongo,
en cada acto adulto la infancia nos vigila
-una voz, un suceso rotundo, familiar, una lámpara,
una paloma herida con mensaje-.

Todo hombre en el final minuto de su invierno
piensa en algo lejano cuando muere.

Y la muerte es el último país que el niño inventa.

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BLUES DE LA BOHARDILLA

Estoy solo en mi cuarto y por eso viene la fiebre
verde a devorarme.
¿Cómo te diré mi más bello poema? ¿Qué hará mi
corazón tan solo?
Los tejados deslizan hasta el suelo musgo y cantos
de pájaros.
Otras tantas muertes ruedan en la canaleta del día.
Las lavanderas inclinadas en las bateas y los chi-
quillos pecosos que crecerán sin cultura.
Los obreros que vuelven de los talleres sólo recuer-
dan ruidos.
El rumor de la ciudad achicado, perdido en el
rumor de las alcantarillas.
El muro del asilo fresco y sonoro y dos árboles y
dos ventanas y dos luces y dos pesos. Solamente dos
pesos.
Y el reloj que no quiere detenerse para aguardar-
te y sigue palpitando el tiempo.
Y los libros ya manoseados llenos del drama que
superamos.
Y los retratos, otras tantas muertes colgadas.
Otras tantas ruedan por la canaleta del
día.
Y el penúltimo cigarrillo que arrojamos sin sentir
por el ojo de buey de la soledad.
Y el trepidar del tren asombrando la entraña de
la tierra.
Un grupo de croatas ha invadido la zona de Ber-
chold en busca de oro.
Los hombres dentro del túnel buscan el oro que
nace sucio y socavan la sociedad cuya base no podrá
ser el dinero sucio.
Los cadáveres marchan con una linterna en la
frente.
Así murió el padre de Catalina.
Un hilo de sangre le salía de la boca al asesino.
Nada se sabe del submarino hundido.
Señores profesores: el materialismo dialéctico es
también poesía.
Piensa que en el fondo de los mares andaba y ape-
nas salía a flote para ver con su único ojo terrible
los navíos a la distancia.
Piensa que fue afilado y sereno y tuvo gracia de
perfectos tornillos.
75 hombres están agonizando dentro del sub-
marino.
A la hora de cerrar esta edición.
A semejante profundidad no llegarán los buzos, el
cable de oxígeno, el discurso del Almirante, los so-
llozos de los parientes, los nombres de las tabernas,
las mujerzuelas de los muelles, el hinchado viento
del puerto, nuestro viejo amigo.
¿Paciencia?
Ayer enterraron al tercer pistolero muerto. (Los
policías dispararon sobre él mientras dormía.)
Es tiempo de ocuparse del hombre.
De Dios nos ocuparemos más tarde.
Y cada uno puede cultivarlo a su hora.
¡Viva Nicolás Lenín!
A los quince años me decidí por la aventura y
soy en potencia el más grande de los aventureros.
Mis camaradas no lo saben y a mí me importa un
comino que ni siquiera digan como la dueña de mi
casa: -“Si él quisiera…”
Es tremendo pensar en la vida microscópica que
se realiza en las aguas estancadas.
En el Instituto Osvaldo Cruz, de Río de Janeiro,
pude comprobarlo.
La intimidad de mi esperanza no conoce el reposo.
Mi sueño no tiene límite y está siempre despierto.
Escucha ahora el silencio, la noche de mármol, la
línea oscura del horizonte, la estatua de la plazoleta,
el canto del borracho conocido.
Amiga, pequeña amiga, qué horrible es estar tris-
te y los poetas creen lo contrario.
El sulfato de cobre se disuelve en un litro de agua.
La lluvia ha venido con todos sus tambores.
Un ejército de burbujas se ha instalado en el techo.
Me martiriza la soledad, me ahoga, me devora
una fiebre verde, como si estuviera en el corazón
misterioso de Africa.

****************


CASA DE REMATE

Armatostes insignes! Todavía maduros,
cuánta vida a su orilla es hoy podrida muerte,
cementerio de gestos y voces y cenizas.

Armarios, mesas, cómodas, sillones,
que fueron vegetal estremecido,
aserradero y éxtasis.

Guardaron los secretos familiares,
como animales fieles y callados y lentos
¡compresivos!

El hogar, la provincia,
el adorno de los candelabros,
la represión sexual
y el deseo de los daguerrotipos.

Y cuántas frases célebres,
cuántos niños prodigio con violines,
cuánta vajilla fallecida,
cuánto termómetro,
cuánta carta con noticias que un tiempo conmovieron,
cuánto viaje que nunca realizaron
porque, a lo sumo, con los cuadros cirios
ardiendo todavía, alguien que sale,
alguien a quien se llevan
hacia la soledad y los gusanos,
hacia la nada activa.

Algo de abandonadas estaciones,
algo de teatro clausurado,
algo de recepción deshabitada,
algo de espectro real, concreto espanto,
y de naufragio sin naufragio.






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EL OPTIMISMO HISTÓRICO


Yo sé que todo cambia,
que nada se detiene,
ni un árbol se detiene
y aun la piedra es viajera.

La soledad no existe,
el mundo es compañía.
Ni la muerte está sola.

Todo lo que es, es lucha.
Soy inmortal, pues paso.
Sólo la estatua queda.
Y aun ella se mueve.

En vano os empeñáis
en detener la historia.

¡Sé que llegará el día!
También lo sabe el sol.










DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS



RAÚL GONZÁLEZ TUÑON


(Buenos Aires 29 de marzo de 1905 - 14 de agosto de 1974) fue un poeta, periodista y viajero argentino.


Vida
Hijo de una familia de inmigrantes españoles, nació en Buenos Aires, en el porteño barrio de Once, el 29 de marzo de 1905. De adolescente recorrió buena parte de Argentina. Su actividad como poeta y su desempeño como periodista comenzaron casi simultáneamente entre 1922 y 1925. Su primer poema lo publicó en Caras y Caretas, luego surgieron colaboraciones con Inicial, Proa, hasta que finalmente se incorporó activamente a la redacción de Martín Fierro. En 1925 ingresó a Crítica, para luego colaborar con La Nación, El Hogar, Mundo Argentino, y en 1948 con Clarín. En 1926 debutó con su primer libro: El violín del diablo, hito inicial que marcó una producción vasta, consciente y constante. Después de un viaje por Europa surgió: La Calle del Agujero en la Media, libro que lo destacó entre los poetas de su generación.

Participó de la vanguardia literaria argentina de los años 1920 y viajó luego a Europa. Vivió en París y en Madrid, ciudades en las que hizo amistad con poetas como Robert Desnós, César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Pablo Neruda y Nicolás Guillén.

González Tuñón fue también periodista. Trabajó en el diario "Crítica", un vespertino de los años '20 y '30, de marcado tinte sensacionalista, pero que reclutó a notables escritores de la época (entre ellos Borges, Roberto Arlt, Enrique González Tuñón, Carlos de la Púa), y en el diario "Clarín", donde escribió crítica de artes plásticas y crónicas de viajes.

Influyó decisivamente en la cultura argentina de los años '50 y '60 y es considerado uno de los fundadores de una corriente moderna de poesía urbana. Póstumamente se han publicado "El banco en la plaza" y "Los melancólicos canales del tiempo".



ObraSu obra se inicia con "Las puertas de fuego", que publicó en Buenos Aires en 1923, a los 21 años. En esa época, colaboró con la revista Martín Fierro, en la que también escribieron Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza, entre otros.

La revista solía polemizar burlonamente con el llamado Grupo de Boedo, que agrupaba a los escritores identificados con la literatura social, quienes a su vez denominaban a sus colegas de "Martín Fierro" como el "Grupo de Florida". Siendo Boedo un barrio entonces proletario y Florida la calle elegante de esa época, los polos de la polémica eran más políticos que literarios, aunque en Tuñón sucedía justamente lo contrario: muchos de los escritores de Boedo eran sus camaradas tal el caso de Álvaro Yunque o Elías Castelnuovo. González Tuñón mantuvo entonces relaciones cordiales pero también coincidencias con el Grupo de Boedo y muchos de sus integrantes, especialmente el poeta Nicolás Olivari, se encontraban entre sus amigos.

En 1928, y poco antes de embarcarse rumbo a Europa, González Tuñón publicó "Miércoles de ceniza". Ya en París, escribió uno de los libros considerados fundamentales en su obra: "La calle del agujero en la media", publicado en 1930. Poco más tarde, en 1936, publica otro de sus libros claves, "La rosa blindada", inspirado en un levantamiento minero en la provincia española de Asturias. Esta obra fue de gran importancia ya que Raúl González Tuñón, con esos versos, fue "el primero en blindar la rosa" (tal las palabras de Neruda). Su obra por tanto no sólo se enmarca dentro de las llamadas vanguardias de principios del Siglo XX, sino que además constituyó una de las más firmes influencias de los posteriormente llamados "poetas de la Guerra Civil española"(muy en particular de Miguel Hernandez uno de los más emblemáticos).

Afiliado al Partido Comunista de la Argentina, Tuñón permaneció siempre fiel a sus credos estéticos, esto lo llevó a polemizar muchas veces dentro de la organización con otros artistas o eventuales funcionarios. Muchas de estas polémicas quedaron registradas en los emblemáticos "Cuadernos de Cultura" destacándose entre ellas su defensa de Roberto Arlt ante los juicios de hombres como Rodolfo Ghioldi. En líneas generales no compartió muchas vulgarizaciones efectuadas a nombre del "Realismo socialista". Esto explica lo que se apuntara más arriba acerca de su relación "a medio camino" entre las dos emblemática capillas de la literatura argentina: Florida (generalmente homologada a la vanguardia) y Boedo (al realismo socialista).

Sus poemas que aludían a viajes, barrios de París y de Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o de la Patagonia, personajes de circo, lugares lejanos, tugurios extraños, marineros, hampones o contrabandistas, denotan influencias tan discímiles como Villón, Rilke, Evaristo Carriego, o payadores como Bettinotti y Gabino Ezeiza. No obstante como ya se ha dicho es uno de los precursores de la poesía social y combativa argentina, sus "poemas civiles", referidos a acontecimientos políticos y sociales, influenciaron junto a los de la bohemia a hombres como Julio Huasi, Juan Gelman (los poetas del "Pan duro"), Roberto Santoro, Paco Urondo y en líneas generales a toda la generación de los 60.

Fue además de poeta un intelectual comprometido con la revolución y su tiempo y en más de una oportunidad asistió a eventos internacionales que convocaban a intelectuales y artistas de los cinco continentes ya sea por la lucha contra el fascismo o en pos del socialismo.



Raúl González Tuñon acompañado por Pablo Neruda, García Lorca y Amado Villar

Su Obra publicada es la siguiente:



-Las puertas de fuego (1923).

-El violín del diablo (1926).

-Miércoles de ceniza (1928).

-La calle del agujero en la media (1930).

-El otro lado de la estrella (1934).

-Todos bailan, poemas de Juancito Caminador (1934).

-La rosa blindada (1935).

-Ocho documentos de hoy (1936).

-Las puertas del fuego (1938).

-La muerte en Madrid (1939).

-Canciones del tercer frente (1939).

-Nuevos poemas de Juancito Caminador (1941).

-La calle de los sueños perdidos (1941).

-Himno de pólvora (1943).

-Primer canto argentino (1945).

-Dan tres vueltas y luego se van.

-Hay alguien que está esperando (1952).

-Todos los hombres del mundo son hermanos (1954).

-La cueva caliente (1957).

-La Luna con Gatillo (1957), dos tomos,Edit. Cartago.

-A la sombra de los barrios amados (1957).

-Demanda contra el olvido (1963).

-Poemas para el atril de una pianola (1965).

-La literatura resoplandeciente (ensayos, 1967).

-Poemas para el atril de una pianola Crónicas.

-Crónicas del país del nunca jamás (1967).

-La veleta y la antena (1969).

-Selección de Poesía. (1926-1948).

-El Rumbo de las islas perdidas (1969).

-Antologia poética, edit. Losada (1970).

-El Caballo Muerto".

-El banco de la plaza: los melancólicos canales del tiempo (1977).


Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker) se convirtió en un alter ego literario del autor.



CON EL AGUJERO EN LA MEDIA

Durante los primeros meses de 1973, Horacio Salas charló largamente con Tuñón, grabó su historia de vida, de laburo, de viajes, de política, de poesía y de poetas. El resultado fue un libro hermoso –Conversaciones con Raúl González Tuñón– que salió en el ’75 y que el poeta, por unos meses nomás, no llegó a ver publicado. Pero nosotros sí. También teníamos desde fines de los ’60 el disco en que decía sus poemas, laburo de Héctor Yánover, alguien que antes y después –como no hace tanto Pedro Orgambide– se ocupó de hacer leer y oír a Tuñón. Y todos pero todos quedamos –autores interlocutores y lectores oyentes– claramente tocados. Es que Tuñón no era ni es de ésos aparatosos que te sacan, ni de los provocadores que te voltean, ni de los solemnes que te aleccionan. Tuñón es de los que te conmueven, te hacen moverte con él y a partir de él.

Y es un gran poeta. De semejante intensidad que pudo sobrevivir tanto al ninguneo de los dueños ideológicos de la pelota cultural que lo tachaban con negro, como a los dogmas de la disciplina partidaria que lo subrayaba mal y con rojo. Como el pasto que vuelve y vuelve entre y pese a las junturas de los adoquines –la imagen me lo asocia a Pugliese, con quien comparte un destino y entonación comunes–, la poesía de Tuñón tiene algo de invencible y de verdadero.

Lo que vive de tantos poemas es, en principio, los climas, las atmósferas, los personajes y lugares clavados por versos llanos y definitivos: “Entonces comprendimos que la lluvia era hermosa” en el comienzo de Lluvia; la letanía de Los seis hermanos rápidos dedos en el gatillo, o el detalle de Los ladrones que “cuando la madre se les muere / le ponen luto a la guitarra”.

Y después las imágenes, mínimas escenas iluminadas y en foco, pero sin congelar, vivas para siempre. Me quedo con tres de ésas. Una, el consabido consejo –tenía diecisiete cuando escribió esto– al solitario paseante de la feria: “El dolor mata, amigo, la vida es dura,/ y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa/ eche veinte centavos en la ranura/ si quiere ver la vida color de rosa”. Otra –y una de las más hermosas de la poesía argentina– es la de la bohemia en París a los 25, con la amiga en la buhardilla: “Tú crees todavía en la revolución/ y por el agujero que coses en tu media/ sale el sol y se llena todo el cuarto de sol”. Y la última, del ’41, en plena guerra y con los nazis todavía con la tortilla de su lado y sartén en mano, es esta determinación alevosa: “Subiré al cielo,/ le pondré un gatillo a la luna/ y desde arriba fusilaré al mundo,/ suavemente,/ para que esto cambie de una vez”.
Tuñón, que no pudo ver la Revolución pero creyó en ella, dejó muchos poemas hermosos y un libro extraordinario, La calle del agujero en la media. Nunca fue derrotado.

© JUAN SASTURAIN -Publicado en Pagina 12 al cumplirse los 30 años de la muerte de Tuñón

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Raúl González Tuñón (1905 / 1974) nació y murió en Buenos Aires. Fue uno de los más importantes poetas argentinos del siglo XX. “Amigo de las gentes, de las mujeres amantes y del vino, una suerte de François Villon criollo, cantor de las tabernas, las grandes fiestas y duelos e insurrecciones populares”, según lo definió Pedro Orgambide.

En 1922 publica sus primeros poemas en las revistas Caras y Caretas e Inicial.

En 1923 participa en la redacción de Proa, la revista que dirige Ricardo
Güiraldes, y colabora en el periódico Martín Fierro. Viaja por el interior del país y en 1929 por primera vez a Europa. Dos años después a Brasil, y en 1932 al Chaco paraguayo, en el avión del diario Crítica, como corresponsal de guerra.

Vuela a la Patagonia y se instala en Río Gallegos. En 1933 funda la revista Contra.

Lo detienen y procesan por incitación a la rebelión. En 1934 viaja a España y se
radica en Madrid, donde traba amistad con García Lorca, Neruda y Miguel
Hernández.

En 1935 vuela a Buenos Aires y dos años más tarde está otra vez en España, durante la defensa de Madrid. Vive en Chile. Viaja por Europa, va a la Unión Soviética y a China.

Con El violín del diablo (1926) y Miércoles de ceniza (1928) trae Tuñón a la poesía
argentina el desenfado y la picardía de los muchachos de los puertos, de los vagos y mal entretenidos que deambulaban por el viejo Paseo de Julio. Es un reconocimiento apasionado no sólo de la gente sino de los escenarios poco prestigiosos de la ciudad durante los años '20. Es en el puerto, en los suburbios, en el conventillo que encuentra los motivos de sus poemas.

Todo es motivo de canto para el poeta que, por encargo de su novia, escribe Poema para la Virgencita del Teatro Cervantes. En este primer período, la poesía de Tuñón une a lo descriptivo la imagen insólita, la pirueta, un pase de prestidigitador. En otros poemas, El séptimo cielo, por ejemplo, utiliza la palabra en función de
onomatopeya, de dibujo verbal. Es lo que se advierte también en Poema de la Cenicienta Ciudadana, donde los nombres ingleses de los artistas de cine o de su
máquina de escribir, sirven de rima y música interna al poema.

En La Calle del Agujero en la Media (1930) el verso libre, de amplio período,
suplanta la cadenciosa, rítmica primera manera del poeta. Ahora, el discurso
poético se distiende, se abre para incorporar lo sensorial en infinitos detalles,
para registrar pequeñas anécdotas que tienen la brevedad de una instantánea.

Este cambio de lenguaje corresponde al cambio de escenario: ya no es Buenos Aires sino París. Como constante, queda su observación de lo cotidiano, su mirar en las vidrieras y en los ojos fraternales: los de un saxofonista, los de un vendedor de globos, los de las chicas del music hall, los de Blanca Luz que está lejos, los
del organista de la iglesia de San Suplicio.

En El otro lado de la estrella y Todos bailan, poemas de Juancito Caminador, ambos publicados en 1934, Raúl González Tuñón continúa esta segunda manera de su poesía: el verso amplio que llega a fundirse con la prosa. De ese tiempo es la serie de Blues y su memorable poema Lluvia, dedicado a Amparo Mom.

Seguro de su oficio, canta ahora no sólo al amor y la vida vagabunda, sino a los
hombres dispuestos a una actitud de solidaridad y al combate. Su registro de los
años '30: el clima de preguerra europeo, el apogeo del jazz, los gangsters de EE.UU. (Los seis hermanos Rápidos Dedos en el Gatillo) preparan ya el advenimiento de la poesía política de González Tuñón.

"Fue el primero que blindó la rosa", dijo Pablo Neruda. En 1936 aparece La rosa
blindada. Puede señalarse este momento como el del tercer período poético de
González Tuñón. En él se integran y se complementan sus dos maneras anteriores. Fiel al recuerdo de su abuelo Manuel Tuñón (obrero nacido en Mieres que lleva a su nieto a una manifestación socialista), fiel también a la poesía española, a los romances y coplas populares, González Tuñón enriquece la suya tanto en su tema como en su lenguaje. La Libertaria, El tren blindado de Mieres,

La copla al servicio de la revolución, Cuidado, que viene el Tercio, La muerte
derramada, El pequeño cementerio fusilado son algunos poemas de aquel tiempo, en los que, a partir de un tema heroico, la poesía se expresa tanto en verso rimado como en largos períodos de verso libre y prosa. En Las puertas de fuego (1923) y La Muerte en Madrid (1939) el mismo tema y procedimiento se reiteran con acierto.

No ocurrió lo mismo en parte de su producción posterior, donde a veces lo contingente, lo aleatorio, el compromiso de circunstancia, restó fuerza a su poesía.

No obstante, se advierte en sus últimos poemas un feliz regreso a sus orígenes, al
poeta vagabundo, a su admirable Juancito Caminador, aquel que dijo: "Traigo la
palabra y el sueño, la realidad y el juego de lo inconsciente, lo cual quiere decir
que yo trabajo con toda la realidad."

Además de su labor poética, Raúl González Tuñón escribió varias obras de teatro:
El descosido, La cueva caliente y, en colaboración con el poeta Nicolás Olivari,
Dan tres vueltas y se van.


http://www.letropolis.com.ar/2007/10/tun.poe.htm





Imágenes y datos tomados de Internet

http://www.poeticas.com.ar/directorio/Poetas_miembros/Raul_Gonzalez_Tunon.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_Gonz%C3%A1lez_Tu%C3%B1%C3%B3n







9 de octubre de 2008

Más allá de vos y de mí...


glitter-graphics.com

Más allá de lo terrenal.
Más allá de la materia
De lo conocido
Lo palpable.

Más allá de la madrugada
Más allá del ocaso
De las sombras
Del tiempo.

Más allá del espacio
Más allá del silencio
De la distancia
De la ausencia.

Más allá de la soledad
Más allá de la angustia
De la tristeza
Del dolor.

Más allá de las miradas
Más allá de los latidos
De los sentidos
Del suspiro

Más allá de vos mismo
Más allá de tu historia
De la carne.
De mi.

Más allá de la lógica
Más allá de todo
En lo infinito
Te amé...

Simplemente,
te amé...






...y ahora si, es el momento indicado, voy a alejarme un poco y tomaré distancia.

Más allá de las metáforas
Más allá de las hipótesis
De la métrica
De la rima.

...en busca del lugar donde nace la poesía


BESOS!





.

8 de octubre de 2008

Alfonsina Storni

LO INACABABLE




No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores…
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas… ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!



A mis amigos:


Esta entrada la tenía guardada en borrador y se las dejo como despedida, necesito tomarme un tiempo para resolver algunas cosas; también dejo programada una entrada de Raúl González Tuñón, que se publicará en unos días, por si les interesa.

Donde voy a estar no creo que tenga acceso a Internet, así es que me despido de ustedes con todo mi cariño y agradecimiento.

¡Qué sean felices!...


Un fuerte abrazo y beso


Irma.


(Queda Diego)




Más poesías de Alfonsina

http://arimtienezafirosypiedrasenelzapato.blogspot.com/search/label/Alfonsina%20Storni





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